jueves, 21 de abril de 2016

Clima histórico alrededor del tiempo de la venida de Jesús el Mesías

Esté al tanto del clima histórico alrededor del tiempo de la venida de Jesús el Mesías.
Erich Sauer, El Amanecer de la 'Redención del Mundo. Grand Rapids, Michigan: Publicación Eerdmans (1951). p. 176.

  • 1.    Un tiempo de centralización mundial (comercio dentro del imperio en sí, organización política, gobierno global y supervisión militar)

  • 2.    Un tiempo de unidad cultural mundial (Influencia Greco-romana, se usaba el griego coiné como lenguaje universal de negocios).

  • 3. Un tiempo de comercio mundial e intercambio (interacción e Ínter conexión entre las provincias en términos de finanzas, comercio, e intercambio entre culturas, naciones y pueblos representativos).

  • 4.    Un tiempo de paz mundial (la conquista de Roma y el mundo entonces conocido)

  • 5.    Un tiempo de desmoralización mundial (diversos niveles de opresión romana, también diversos niveles de lealtad nacional a Roma)

  • 6.    Un tiempo de mezcla   mundial de religiones (gran diversidad de creencias religiosas y prácticas espirituales)

miércoles, 16 de marzo de 2016

La Función de la Mujer en el Ministerio






APÉNDICE      16
La Función de la Mujer en el Ministerio
Dr. Don L. Davls
Si bien es cierto que Dios ha establecido un orden claramente diseñado dentro del hogar, es igualmente claro que las mujeres son llamadas y dotadas por Dios, dirigidas por su Espíritu para dar fruto digno de su llamamiento en Cristo. A través del NT, las mujeres tienen el mandamiento de someterse, para lo cual se usa el verbo griegojupofcísso, que con frecuencia significa "colocarse bajo" o "someterse" (cf. 1 Ti. 2.11). La palabra traducida al español como "sujeción" proviene de la misma raíz. En tales contextos, estas expresiones griegas no deben entenderse en ninguna otra forma que como una positiva enseñanza acerca del diseño de Dios para el hogar, donde las mujeres son exhortadas a aprender en silencio y sumisamente, confiando y obrando dentro del propio plan de Dios.
Sin embargo, esta orden de que la mujer debe sujetarse en el hogar, no debe ser interpretada como que a las mujeres no se les permite ejercer sus dones bajo la dirección del Espíritu. Ciertamente, es el Espíritu Santo por medio de la gracia de Cristo quien asigna los dones según su voluntad para la edificación de la iglesia (1 Co. 12.1-27; Ef. 4.1-16). Los dones no son otorgados a los creyentes según su género; en otras palabras, no hay indicios en las Escrituras que algunos dones son solamente para los varones y otros reservados para las mujeres. Al contrario, Pablo afirma que Cristo proveyó dones como resultado directo de su victoria personal sobre el diablo y sus secuaces (cf. Ef. 4.6ss.). Esa fue su decisión personal, darlos por su Espíritu a quien Él lo desee (cf. 1 Co. 12.1-11). En cuanto al ministerio de las mujeres, afirmamos el derecho del Espíritu de ser creativo en cuanto a todos los santos para el bienestar de todos y la expansión de su Reino, según le parezca a Él, y no necesariamente como lo determinemos nosotros (Ro. 12.4-8; 1 P. 4.10-11).
Además, un cuidadoso estudio de la totalidad de las Escrituras, indica que la orden de Dios para el hogar de ninguna manera debilita su intención de que el hombre y la mujer sirvan juntos a Cristo como discípulos y obreros, bajo la dirección de Cristo. La clara enseñanza del NT de Cristo como cabeza del hombre, y el hombre de la mujer (véase 1 Co. 11.4) muestra el aprecio de Dios hacia una representación espiritual piadosa dentro del hogar. La aparente prohibición de que la mujer ocupe una posición de enseñanza/dominio parece ser una amonestación para proteger los parámetros diseñados por Dios de responsabilidad y autoridad dentro del hogar. Por ejemplo, el particular término griego en el muy debatido pasaje de 1 Ti. 2.12, andrós, que con frecuencia ha sido


traducido "hombre," también puede ser traducido "esposo". Con tal traducción, entonces, la enseñanza sería que una esposa no debe tener dominio sobre su esposo.
La doctrina que la mujer que se casa voluntariamente se predispone a someterse o "estar bajo" su esposo, está en total acuerdo con el punto esencial de la enseñanza del NT sobre la función de la autoridad en el hogar cristiano. La palabra gúegujupotásso, que significa "estar bajo de" se refiere a la voluntaria sumisión de una esposa a su esposo (cf. Ef. 5.22, 23; Col. 3.18; Tito 2.5; 1 P. 3.1). Esto no tiene nada que ver con la suposición de una condición o capacidad superior del esposo; más bien, se refiere a su rol como dirigente, a la autoridad que le es dada para confortación, protección y cuidado, no para destrucción o dominio (cf. Gen. 2.15-17; 3.16; 1 Co. 11.3). Ciertamente, la cuestión de ser la cabeza es interpretada a la luz de Cristo como cabeza de la iglesia, y significa la clase de jefatura piadosa que debe ser exhibida, en el sentido de un incansable cuidado, servicio y protección que se requiere de todo liderazgo piadoso.
Por supuesto, la amonestación a una esposa de someterse a un esposo de ninguna manera impediría que las mujeres participaran en un ministerio de enseñanza (por ej., Tito 2.4), sino más bien que en el caso particular de las mujeres casadas, significa que sus propios ministerios estarían bajo la protección y dirección de sus respectivos esposos (Hechos 18.26). Esto confirmaría que el ministerio de una mujer casada en la iglesia sería el de servir bajo la protectora vigilancia de su esposo, no debido a alguna noción de capacidad inferior o espiritualidad defectuosa, sino para, como un comentarista lo ha dicho, "evitar confusión y mantener el orden correcto" (cf. 1 Co. 14.40).
Tanto en Corinto como en Efeso (que representan los cuestionados comentarios epistolares en 1 Corintios y 1 Timoteo), parece que la restricción de Pablo acerca de la participación de las mujeres fue causada por sucesos ocasionales, asuntos que se desarrollaron particularmente en esos contextos, y por lo tanto, se supone que deben ser entendidos bajo esa luz. Por ejemplo, el caso de los muy debatidos textos sobre el "silencio" de la mujer en la iglesia (ver 1 Co. 14 y 1 Ti. 2) en ninguna manera parecen debilitar la prominente función que las mujeres tuvieron en la expansión del Reino y el desarrollo de la iglesia en el primer siglo. Las mujeres estaban involucradas en los ministerios de profecía y oración (1 Co. 11.5), instrucción personal (Hechos 18.26), enseñanza (Tito 2.4,5), dando testimonio (Juan 4.28,29), ofreciendo hospitalidad (Hechos 12.12) y sirviendo como colaboradoras con los apóstoles en la causa del evangelio (Fil. 4.2-3). Pablo no relegó a las mujeres a una función inferior o estado escondido, sino que sirvieron lado-a-lado con los hombres por la causa de Cristo: "Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. 3 Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en la causa del


evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida" (Fil. 4.2-3).
Aún más, debemos tener cuidado en subordinar la persona de la mujer per se (es decir, su naturaleza de mujer) versus su función subordinada en la relación matrimonial. Sin dejar a un lado la clara descripción de la función de la mujer como coheredera de la gracia de la vida en la relación matrimonial (1 Ped 3.7), también es claro que el reino de Dios ha traído un dramático cambio sobre cómo las mujeres deben ser vistas, entendidas y aceptadas en la comunidad del Reino. Es obvio que ahora, en Cristo, no hay diferencia entre el rico y el pobre, judíos y gentiles, bárbaros y escitas, siervos y libres, como tampoco entre hombres y mujeres (cf. Gal. 3.28; Col. 3.11). A las mujeres se les permitió ser discípulas de un Rabí (quien era extranjero y rechazado en el tiempo de Jesús), y tuvieron papeles prominentes en la iglesia del NT, como ser colaboradoras lado a lado con los apóstoles en el ministerio (por ej., Evodia y Síntique en Fil 4:lss), como también al tener una iglesia en sus casas (cf. Febe en Ro. 16.1-2 y Apia in Filemón 1:2).
En relación al asunto de la autoridad pastoral, personalmente estoy convencido que el entendimiento de Pablo de la función de equipar (pastores y maestros entre otros, cf. Ef. 4.9-15) nada tiene que ver con el género. En otras palabras, los textos primarios y decisivos para mí sobre la operación de los dones, su estado y la función del oficio, son los textos del NT que tratan sobre los dones (1 Co. 12.1-27; Ro. 12.4-8; 1 P. 4.10-11 y Ef. 4.9-15). No hay indicación en ninguno de estos textos formativos que los dones son de acuerdo al género. En otras palabras, para que el argumento pruebe que las mujeres nunca deberían tener funciones de naturaleza pastoral o de equipar, el argumento más simple y efectivo sería mostrar que el Espíritu simplemente nunca habría considerado darle a las mujeres un don que no fuera adecuado para el llamamientos al cual se sintieran convocadas. Las mujeres tendrían prohibido servir en el liderazgo porque el Espíritu Santo nunca les otorgaría ni el llamado ni los dones requeridos debido a que son mujeres. Algunos dones estarían reservados para los hombres, y las mujeres nunca recibirían esos dones.
Una cuidadosa lectura de esos y otros textos relacionados, no muestran tal prohibición. Parece que le corresponde al Espíritu darle a una persona, hombre o mujer, cualquier don que los capacite para cualquier ministerio que El desea que desarrollen, según su voluntad (1 Co. 12.11: "Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere"). Basándose en este punto, Terry Cornett ha escrito un magnífico ensayo teológico que muestra cómo la palabra griega del NT para "apóstol" sin


equivocación alguna se aplica a las mujeres, mostrado claramente en la interpretación del sustantivo femenino "Jimias" aplicado como "apóstol" en Romanos 16.7, como también alusiones a colaborar, por ejemplo, con las gemelas Trifena y Trifosa, quienes "colaboraron" con Pablo en el Señor (16.12).

Al creer que todo cristiano llamado por Dios, dotado por Cristo y dotado y dirigido por el Espíritu debe cumplir su función en el cuerpo, afirmamos la función de las mujeres para dirigir e instruir bajo autoridad piadosa que se someta al Espíritu Santo, a la Palabra de Dios y que esté informada por la tradición de la iglesia y el razonamiento espiritual. Debemos esperar que Dios les dé a las mujeres una dotación sobrenatural de la gracia para llevar a cabo sus órdenes a favor de Su iglesia y Su Reino. Puesto que tanto los hombres como las mujeres reflejan el Imago Dei (es decir, la imagen de Dios), y que los dos son herederos de la gracia de Dios (cf. Gen. 1.27; 5.2; Mt. 19.4; Gal. 3.28; 1 P. 3.7), se les da el alto privilegio de representar a Cristo juntos como embajadores (2 Co. 5.20), y por medio de su asociación completar nuestra obediencia a la Gran Comisión de Cristo de hacer discípulos de todas las naciones (Mt. 28.18-20).

miércoles, 2 de marzo de 2016

La pastoral de Pablo

Las imágenes que Pablo prefería usar para la tarea pastoral están en la relación de padre a hijo. A. los corintios Pablo les dijo: 'Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio" (1 Co. 4.15). Pablo se consideraba a sí mismo como el padre fundador no sólo de la iglesia en Corinto (1 Co. 4.15; 2 Co 6.13; 12.14), sino también de las iglesias en Filipos (Fil. 2.22) y Tesalónica (1 Ts. 2.11). Pablo se consideraba un líder espiritual tanto a individuos como a iglesias: durante su tiempo en prisión se había convertido en un padre para Onésimo (Filemón 10); Timoteo es "mi hijo amado y fiel en el Señor" (1 Co. 4.17: similar en Fil. 2.22; 1 Ti. 1.2, 18. 2 Ti. 1.2; 2.1); Tito también es su "verdadero hijo" (Tito 1.4). Ciertamente, Pablo podía incluso aplicarla metáfora de una madre para describir su relación con sus iglesias (1 Co. 3.1—3; Gál. 4.19; 1 Ts. 2.7). Cuando escribió a Roma y Colosas, sin embargo, iglesias que él mismo no había fundado, cuidadosamente evitó el tono paternal (por ende el pastoral).


~Gerald F. Hawthorne. Dictionary of Paul and His Letters (electronic ed.). Logos Library Systems. Downers Grove, IL: InterVarsity, 1997. p. 655.

jueves, 11 de febrero de 2016

El papel de la mujer en el ministerio

El papel de la mujer en el ministerio
Rev. Dr. Don L Davis
Si bien es cierto que Dios ha establecido dentro del hogar un orden claramente diseñado, es igualmente claro que las mujeres son llamadas y dotadas por Dios, dirigidas por su Espíritu para dar fruto digno de su llamamiento en Cristo. A través del NT, hay mandamientos para las mujeres a someterse, con el verbo griego jupotásso, que ocurre con frecuencia con el significado de "colocarse bajo" o "someterse" (comp. 1 Ti. 2.11). La palabra traducida al español como "sujeción" proviene de la misma raíz. En tales contextos estas expresiones griegas no deben entenderse en ninguna otra forma que una positiva amonestación acerca del diseño de Dios para el hogar, donde las mujeres son amonestadas a aprender en silencio y sumisamente, confiando y laborando dentro del propio plan de Dios.
Sin embargo, esta orden a la mujer de sumisión en el hogar, no debe ser malinterpretada como que a las mujeres no se les permite ministrar sus dones bajo la dirección del Espíritu. Ciertamente, es el Espíritu Santo por medio del otorgamiento lleno de gracia de Cristo quien asigna los dones según su voluntad para la edificación de la Iglesia (1 Co. 12.1-27; Ef. 4.1-16). Los dones no son otorgados a los creyentes bajo el criterio del género; en otras palabras, no hay indicios en las Escrituras que algunos dones son solamente para los varones y otros reservados para las mujeres. Por el contrario, Pablo afirma que Cristo proveyó dones como un directo resultado de su propia victoria personal sobre el diablo y sus esbirros (comp. Ef. 4.6 y sig.). Esa fue su decisión personal, dados por su Espíritu a quienquiera que El lo desee (comp. 1 Co. 12.1-11). En la afirmación del ministerio de las mujeres, nosotros afirmamos el derecho del Espíritu de ser creativo en todos los santos para el bienestar de todos y la expansión de su Reino, según le parezca a Él, y no necesariamente como lo determinemos nosotros (Ro. 12.4-8; 1 Pe. 4.10-11).
Además, un cuidadoso estudio de la totalidad de las Escrituras, indica que la orden de Dios para el hogar de ninguna manera debilita su intención para que el hombre y la mujer le sirvan juntos a Cristo como discípulos y obreros, bajo la dirección de Cristo. La clara enseñanza del NT de Cristo como cabeza del hombre y el hombre de la mujer (véase 1 Co. 11.4) muestra el aprecio de Dios de una representación espiritual piadosa dentro del hogar. La aparente prohibición a las mujeres de tener posición de enseñanza/de gobierno parece ser una amonestación para proteger las líneas designadas por Dios de responsabilidad y autoridad dentro del hogar. Por ejemplo, el término griego particular en el muy debatido pasaje de 1 Timoteo 2.12, andrós, que con frecuencia ha sido traducido


"hombre", también puede ser traducido "esposo". Con tal traducción, entonces la enseñanza sería que una esposa no debe tener dominio sobre su esposo.
La doctrina de una mujer que al escoger casarse, voluntariamente se predispone a someterse a "estar bajo" su esposo, está en total acuerdo con el punto esencial de la enseñanza del NT sobre la función de la autoridad en el hogar cristiano. La palabra griega jupotásso, que significa "estar bajo de" se refiere a la voluntaria sumisión de una esposa a su esposo (comp. Ef. 5.22,23; Col. 3.18; Tito 2.5; 1 Pe. 3.1). Esto no tiene nada que ver con la suposición de un estado superior o capacidad del esposo; más bien, se refiere al diseño de dirigente, autoridad que le es dada para confortación, protección y cuidado, no para destrucción o dominio (comp. Gn. 2.15-17; 3.16; 1 Co. 11.3). Ciertamente, la cuestión de ser la cabeza es interpretada a la luz de Cristo como cabeza sobre la Iglesia y significa la clase de jefatura piadosa que debe ser exhibida, el sentido de un incansable cuidado, servicio y protección requerido de un liderazgo piadoso.
Por supuesto, la amonestación a una esposa de someterse a un esposo de ninguna manera impediría que las mujeres participaran en un ministerio de enseñanza (por ej., Tito 2.4), sino más bien, que en el caso particular de las mujeres casadas, significa que sus propios ministerios estarían bajo la protección y dirección de sus respectivos esposos (Hechos 18.26). Esto confirmaría que el ministerio en la Iglesia de una mujer casada sería el de servir bajo la protectora vigilancia de su esposo, no debido a ninguna noción de capacidad inferior o espiritualidad defectuosa, sino para, como un comentarista lo ha dicho, "evitar confusión y mantener el orden correcto" (comp. 1 Co. 14.40).
Tanto en Corinto como en Éfeso (que representan los cuestionados comentarios epistolares en Corintios y 1 Timoteo), parece que la restricción de Pablo acerca de la participación de las mujeres fue causada por sucesos ocasionales, asuntos que se desarrollaron particularmente de esos contextos, y por lo tanto, se supone que deben ser entendidos bajo esa luz. Por ejemplo, el caso de los muy debatidos textos sobre el "silencio" de la mujer en la iglesia (ver 1 Co. 14 y 1 Ti. 2) en ninguna manera parecen debilitar la prominente función que las mujeres tuvieron en la expansión del Reino y el desarrollo de la Iglesia en el primer siglo. Las mujeres estaban envueltas en los ministerios de profecía y oración (1 Co. 11.5), instrucción personal (Hechos 18.26), enseñanza (Tito 2.4,5), dando testimonio (Juan 4.28, 29), ofreciendo hospitalidad (Hechos 12.12) y sirviendo como colaboradoras con los apóstoles en la causa del evangelio (Flp. 4.2-3). Pablo no relegó a las mujeres a una función inferior o estado escondido, sino que sirvieron lado-a-lado con los hombres por la causa de Cristo: "Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en la causa del evangelio, con


Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida" (Flp. 4.2-3).
Aún más, debemos tener cuidado en subordinar la persona de la mujer per se (es decir, su naturaleza de mujer) versus su función de subordinada en la relación matrimonial. No obstante la clara descripción de la función de las mujeres como coherederas de la gracia de la vida en la relación matrimonial (1 Pe. 3.7), también es claro que el Reino de Dios ha traído un dramático cambio sobre cómo las mujeres deben ser vistas, entendidas y aceptadas en la comunidad del reino. Es obvio que ahora en Cristo no hay diferencia entre el rico y el pobre, judíos y gentiles, bárbaros y escitas, siervos y libres, como tampoco entre hombres y mujeres (comp. Gal. 3.28; Col. 3.11). A las mujeres se les permitió ser discípulas de un Rabí (quien era extranjero y rechazado al tiempo de Jesús), y tuvieron prominentes papeles en la iglesia del NT, como ser colaboradoras lado a lado con los apóstoles en el ministerio (por ej., Evodia y Síntique en Fil 4.1 ss), como también teniendo una iglesia en sus casas (comp. Febe en Ro. 16.1-2 y Apia in Filem. 1.2).
En relación al asunto de la autoridad pastoral, yo estoy convencido que el entendimiento de Pablo de la función de equipar (de lo cual la función de pastor-maestro es uno de ellos, comp. Ef. 4.9-15) nada tiene que ver con el género. En otras palabras, el texto primario y decisivo para mí sobre la operación de los dones y el estado y función del oficio, son los textos del NT que tratan sobre los dones (1 Co. 12.1-27; Ro. 12.4-8; 1 Pe. 4.10-11 y Ef. 4.9-15). No hay indicación en ninguno de estos textos formativos que los dones son de acuerdo al género. En otras palabras, para que el argumento pruebe que las mujeres nunca deberían tener funciones de naturaleza pastoral o de equipar, el argumento más simple y efectivo sería mostrar que el Espíritu simplemente nunca habría considerado darle a las mujeres un don que no fuera adecuado para el radio de llamamientos hacia los cuales ellas se sintieran llamadas. Las mujeres tendrían prohibido servir en el liderazgo porque el Espíritu Santo nunca le otorgaría a una mujer un llamado y los dones requeridos porque ella era una mujer. Algunos dones estarían reservados para los hombres, y las mujeres nunca recibirían esos dones.
Una cuidadosa lectura de esos y otros textos relacionados, no muestran tal prohibición. Parece que le corresponde al Espíritu darle a una persona, hombre o mujer, cualquier don que los capacite para cualquier ministerio que Él desea que ellos desarrollen, según su voluntad (1 Co. 12.11: "Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere"). Basándose en este punto, Terry Cornett ha escrito un magnífico ensayo teológico que muestra cómo la palabra griega del


NT para "apóstol" sin equivocación alguna es aplicada a las mujeres, mostrado claramente en la interpretación del sustantivo femenino "Junias" aplicado como "apóstol" en Romanos 16.7, como también alusiones a colaborar, por ejemplo, con las gemelas Trifena y Trifosa, quienes "colaboraron" con Pablo en el Señor (16.12).

Creer que todo cristiano llamado por Dios, dotado por Cristo y dotado y dirigido por el Espíritu debe cumplir su función en el cuerpo, nosotros afirmamos la función de las mujeres para dirigir e instruir bajo autoridad piadosa que se someta al Espíritu Santo, a la Palabra de Dios y que esté informada por la tradición de la Iglesia y el razonamiento espiritual. Debemos esperar que Dios les dé a las mujeres una dotación sobrenatural de la gracia para llevar a cabo sus órdenes a favor de su Iglesia y su reinado en el Reino de Dios. Puesto que tanto los hombres como las mujeres reflejan el Imago Dei (es decir, la imagen de Dios), y que los dos son herederos de la gracia de Dios (comp. Gn. 1.27; 5.2; Mt. 19.4; Gal. 3.28; 1 Pe. 3.7), se les da el alto privilegio de representar a Cristo juntos como sus embajadores (2 Co. 5.20), y por medio de su asociación completar nuestra obediencia a la Gran Comisión de Cristo de hacer discípulos de todas las naciones (Mt. 28.18-20).

jueves, 4 de febrero de 2016

Diez principios de plantación de iglesias

Diez principios de plantación de iglesias

 urbanas transculturales


  1. Jesús es Señor. (Mt. 9.37-38) Toda actividad de plantación de iglesias es efectiva y fructífera bajo la cuidadosa protección y el poder del Señor Jesús, ya que Él mismo es el señor de la cosecha.
  2. Evangelizar, Equipar y Capacitar a los no alcanzados para que alcancen a la gente (1 Ts. 1. 6-8). Nuestra meta al alcanzar a otros para Cristo no es únicamente la conversión sólida de los mismos, sino también la multiplicación dinámica; aquellos que son alcanzados deben ser entrenados para alcanzar a otros.
  3. Ser inclusivo: el que quiera puede venir (Ro. 10.12). Ninguna estrategia debería impedir que alguna persona o grupo entre al Reino a través de Jesucristo por la fe.
  4. Ser culturalmente neutral: venga tal como es (Col. 3.11). El evangelio no demanda que las personas cambien su cultura como un prerequisito para venir a Jesús; pueden venir tal como son.
  5. Evitar una mentalidad amurallada o de fortaleza (Hch. 1.8). La meta de las misiones no es crear un castillo inexpugnable en el medio de una comunidad no creyente, sino una agencia dinámica del evangelio la cual envía testigos de Jesús dentro y hasta los mismos confines del mundo.
  6. Continuar evangelizando para evitar el estancamiento (Ro. 1.16-17). Se debe seguir buscando nuevos horizontes teniendo la visión de la Gran Comisión en mente; procurar un ambiente donde se pueda dar un testimonio vehemente de Cristo.
  7. Superar las barreras raciales, sociales, de género j de idioma (1 Co. 9.19-22). Use su libertad en Cristo para encontrar formas nuevas y confiables para comunicar el mensaje del evangelio a aquellos que estén muy alejados del espectro cultural de la tradición de la iglesia.
  8. Respetar el dominio de la cultura receptora (Hch. 15.23-29). Permitir que el Espíritu Santo encarne la visión y la ética del Reino de Dios en las palabras, lenguaje, costumbres, estilos y experiencia de aquellos que se han aferrado a Jesús como su Señor.
  9. Evitar la dependencia (Ef. 4.11-16). No debemos actuar como padrinos ni ser demasiados mezquinos con las congregaciones crecientes; no debemos menospreciar el poder del Espíritu en medio incluso de las asambleas cristianas más pequeñas. Las mismas pueden cumplir la obra de Dios en sus comunidades.
  10. Pensar en forma reproductiva (2 Ti. 2.2; Fil. 1.18). En cada actividad y proyecto que inicie, piense en términos de equipar a otros para que hagan lo mismo, manteniendo su mente abierta en cuanto a los medios y fines de sus esfuerzos misioneros.

miércoles, 27 de enero de 2016

El Espíritu Santo guía el testimonio de los apóstoles


La misma comisión presenta un factor de profunda importancia para el apostolado: la venida delEspíritu. Curiosamente esto se ve más plenamente en Juan 14-17, pasaje que no usa la palabra 'apóstol' en absoluto. liste es el gran discurso de encomendación de los Doce (apostello y pempo son usados sin discriminación): la comisión que reciben de Jesús es tan real como la que éste recibió de Dios (comp. Juan 20.21); ellos deben dar testimonio en base a su conocimiento de Jesús, y a la vez el Espíritu da testimonio de El (Juan 15.26-27). El les recordará las palabras de Jesús (Juan 14.26)y les guiará a toda la verdad (una promesa a menudo pervertida al extender su referencia primaria más allá de los apóstoles) y les mostrará las cosas por venir (a la iglesia)y la gloria de Cristo (Juan 16.13-15). En el cuarto evangelio se dan varios ejemplos de éste proceso, donde el significado de las palabras y las acciones fueron recordadas sólo después de la “glorificación” de Cristo (Juan 2.22; 12.16; comp. 7.39). Es decir, el testimonio de los apóstoles sobre Cristo no se basa en sus propias impresiones o recuerdos, sino en la guía del Espíritu Santo, cuyo testimonio también es un hecho que da crédito al testimonio apostólico registrado en los evangelios.  


D. R. W. Wood. New Bible Dictionary. 
3rd ed. Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996. p. 58

domingo, 24 de enero de 2016

Proyecto exegético Módulo 12


Como parte central de estudiar el módulo Enfoque en la Reproducción, en los cursos Piedra Angular, se requiere que haga una exégesis de un pasaje de la Biblia acerca de la naturaleza de las misiones cristianas y el ministerio urbano, basado en uno de los siguientes pasajes de la Palabra de Dios:

Mateo 28.18-20
Hechos 1.1-8
Lucas 24.44-48
2 Timoteo 2.1-2
Romanos 10.12-18
Mateo 5.13-16
Tito 2.11-15
Lucas 4.16-21

El propósito de este proyecto es brindarle la oportunidad de hacer un estudio detallado de un pasaje significativo acerca de la evangelización y la reproducción. Usando uno de los textos de arriba como base, su tarea será pensar profundamente acerca de cómo Dios quiere que concibamos y conduzcamos el ministerio de tal manera que avance Su Reino en la ciudad. Dios ha llamado y preparado a hombres y mujeres, y Su deseo es que vayamos hacia delante usando el poder de Su Espíritu, para ser testigos de Cristo y su Reino en el lugar donde Él nos haya puesto. Comprender la naturaleza de este llamado es fundamental para ejercerlo en nuestra comunidad, o donde quiera que Dios le tenga en este momento. A medida que estudia uno de estos textos (o uno que con su mentor hayan acordado), nuestra esperanza es que su interpretación de estos pasajes le ayuden a comprender mejor el papel y la función de la Palabra de Dios en su vida, y en la de aquellos a los cuales ministra y enseña. Estamos convencidos de que el Espíritu Santo le iluminará para que encuentre el significado correcto de la Palabra de Dios. Las Escrituras son, de hecho, el alimento de nuestras almas, un armamento en nuestra guerra espiritual, y un espejo en nuestra propia caminata personal de discipulado.

Este es un proyecto de estudio bíblico, así que, a fin de hacer exégesis, debe comprometerse a entender el significado del pasaje en su propio contexto, es decir, el ambiente y situaciones donde fue escrito, o las razones que originaron que se escribiera originalmente. Una vez que entienda lo que significa, puede extraer principios que se apliquen a todos y luego relacionar o conectar esos principios a nuestra vida. El siguiente proceso de tres pasos puede guiar su estudio personal del pasaje bíblico:

¿Qué le estaba diciendo Dios a la gente en la situación del texto original?
¿Qué principio(s) verdadero(s) nos enseña el texto a toda la gente en todo lugar, incluyendo a la gente de hoy día?
¿Qué me está pidiendo el Espíritu Santo que haga con este principio aquí mismo, hoy día, en mi vida y ministerio?


Una vez que haya dado respuesta a estas preguntas en su estudio personal, estará preparado para escribir los hallazgos de su incursión reflectiva en su proyecto exegético.

El siguiente es un ejemplo del bosquejo para escribir su proyecto:

Haga una lista de lo que cree que es el tema o idea central áú texto elegido.
Resuma el significado del pasaje completo (puede hacerlo en dos o tres párrafos), o si prefiere, escriba un comentario de cada versículo elegido.
Bosqueje de uno a tres principios que el texto provea sobre el tema del enfoque en la reproducción en el ministerio.

Comente cómo uno, algunos, o todos los principios, pueden relacionarse con una o más de las siguientes áreas:

a. Su propia espiritualidad y caminar con Cristo
b. Su vida y ministerio en la iglesia local
c. Situaciones y desafíos en su comunidad y la sociedad en general

Como recursos, por favor siéntase en libertad de leer los textos del curso y/o comentarios, e integre esas ideas o principios a su proyecto. Por supuesto, asegúrese de dar crédito a quien merece crédito, si toma prestado o construye sobre las ideas de alguien más. Puede usar referencias en el mismo texto, notas al pie de página o notas en la última página de su proyecto. Será aceptada cualquier forma que escoja para citar sus referencias, siempre y cuando 

1) use sólo una forma consistente en todo su proyecto, 
2) indique dónde está usando las ideas de alguien más y le dé crédito por ellas. 

Asegúrese que su proyecto exegético cumpla las siguientes normas al ser entregado:

Que se escriba legiblemente, ya sea a mano, a máquina o en computadora
Que sea el estudio de uno de los pasajes bíblicos mencionados anteriormente
Que se entregue a tiempo y no después de la fecha y hora estipulada
Que sea de 5 páginas de texto
Que cumpla con el criterio del ejemplo del bosquejo dado antes, claramente formulado para la comprensión de quien lo lea
Que muestre cómo el pasaje se relaciona a la vida y ministerio de hoy

No deje que estas instrucciones le intimiden. ¡Este es un proyecto de estudio bíblico! Todo lo que necesita demostrar en este proyecto es que estudió el pasaje, resumió su significado, extrajo algunos principios del mismo y lo relacionó o conectó a su propia vida y ministerio.

Proyecto ministerial


La Palabra de Dios es viva y eficaz, y penetra y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Santiago, el apóstol, enfatiza la necesidad de ser hacedores de la Palabra de Dios, y no oidores solamente, engañándonos a nosotros mismos. 

Nuestro deseo sincero es que aplique lo aprendido de manera práctica, correlacionando su aprendizaje con experiencias reales y necesidades en su vida personal, conectándolo a su ministerio en y por medio de la iglesia. Por esta razón, una parte vital de completar este módulo es desarrollar un proyecto ministerial que le ayude a compartir con otros las ideas y principios que aprendió en este curso.

Hay muchas formas por medio de las cuales puede cumplir este requisito de su estudio. Puede escoger dirigir un estudio breve de sus ideas con un líder de su iglesia, escuela dominical, jóvenes o grupo de adultos o de estudio bíblico, o en una oportunidad ministerial. Lo que tiene que hacer es discutir algunas de las ideas que aprenda en clase con un grupo de hermanos (por supuesto, puede usar las ideas de su proyecto exegético).

Debe ser flexible en su proyecto; sea creativo y no ponga límites. Al principio del curso, comparta con su instructor acerca del contexto (circunstancias: grupo, edades, cuánto tiempo, día y hora) donde va a compartir sus ideas. Y antes de compartir con su grupo, haga un plan y evite apresurarse en seleccionar e iniciar su proyecto.

Después de efectuar su plan, escriba y entregue a su mentor un resumen de una página, o una evaluación del tiempo cuando compartió sus ideas con el grupo. El siguiente es un ejemplo del bosquejo de su resumen o evaluación:
  1. Su nombre
  2. El lugar y el nombre del grupo con quien compartió
  3. Un resumen breve de la reunión, cómo se sintió y cómo respondieron sus alumnos
  4. Lo que aprendió

Procure compartir el resumen de sus descubrimientos con confianza y claridad.