lunes, 16 de octubre de 2023

EL SEGUIMIENTO DE JESUS (fragmento de Anabautismo al Desnudo) / Stuart Murray


El seguimiento de Jesús es central a la tradición anabautista. Una de las frases más citadas del siglo 16 entre los anabautistas viene de Hans Denck: "Nadie puede conocer a Cristo a menos que lo siga en vida.” Toda experiencia espiritual o creencia doctrinal tiene que ser comparada con la práctica del discipulado. A los anabautistas se los acusó de creer en la “salvación por obras". A esto, ellos respondían argumentando que sus críticos mantenían estándares muy bajos en temas de discipulado lo cual los debía a llevar a preguntarse porque su ortodoxia producía tan pocos frutos.


A los críticos no les caía nada bien esta respuesta pero tampoco sabían bien como responder. Puede ser que los anabautistas sean unos herejes pero no se puede negar que su estilo de vida es distintivo y atractivo. Franz Agrícola, un católico romano crítico del anabautismo comentaba:

En cuanto su testimonio público hay que decir que llevan una vida impecable. No hay lugar para la mentira, el engaño, malas palabras, disputas, mal hablados, glotonería ni borracheras. Al contrario abunda la humildad, paciencia, rectitud, honestidad, sobriedad y sinceridad. Sin dudas, ante tales conductas uno tiene que suponer que tienen el Espíritu Santo en sus vidas.


Hay relatos sobre gente que no era anabautista y era arrestada por vivir un estilo de vida ejemplar. Al ser confrontados por sus perseguidores los insultaban para demostrar que no eran tan santos como parecían. De hecho, los anabautistas usaban la acusación de Agrícola sobre el Espíritu Santo para explicar su estilo de vida. Pero, Agrícola insistía en que los anabautistas no podían tener el Espíritu Santo porque eran herejes. Sin embargo, comparados con sus contemporáneos, los anabautistas ponían mucho más énfasis en el nuevo nacimiento por el espíritu santo y el poder transformador de la gracia de Dios. El discipulado no sumaba puntos para ganar su salvación ni para sentirse orgullosos, sino más bien para evidenciar la obra de Dios en sus vidas.


El resto de los dichos de Denck son menos conocidos pero realzan otro aspecto de esta convicción central. “Jesús es fuente de nuestra vida así como aquél a quien seguimos", insistía Denck, “nadie puede seguirlo a menos que lo conozca personalmente”. El seguimiento de Cristo no se puede separar del conocimiento personal. Los anabautistas contemporáneos seguimos encontrando inspiración y desafío en esta tradición. Podemos seguir a Jesús, su ejemplo puede instruirnos. Su enseñanza se puede ponerse en práctica. El discipulado y la adoración pueden integrarse. Jesús puede ser el punto referencial de toda nuestra vida. No es necesario que estás convicciones terminen en legalismo o moralismo si lo reconocemos a él como nuestro amigo, fuente y Señor de nuestra vida.


Ali Phelps uno de los miembros de la comisión directiva de la Red y uno de los líderes de una iglesia urbana en Leeds, leyó el borrador de esta convicción y me escribió lo siguiente:

El seguimiento de Jesús me trajo a la mente el desafío al que me enfrentó una lesbiana beligerante de nuestra congregación (mayormente conservadora). Acordé con ella leer juntos el evangelio de Lucas-más como un acto de cobardía de mi parte al tratar de esconderme detrás de la figura de Jesús antes que debatir sobre las prácticas y teorías de la iglesia. Al terminar nuestras lecturas, esta mujer se convirtió en una apasionada seguidora de Jesús. Pasado un tiempo, me dejó atónito cuando me dijo que había dejado la marihuana. Cuándo le pregunté por que lo había hecho me respondió que era una consecuencia directa de su lectura de la Biblia y que si alguien de la iglesia la hubiera confrontado a dejarla hubiera consumido más.


Este aspecto de la tradición anabautista puede tener relevancia misional en un contexto en donde se sabe poco de Jesús pero al mismo tiempo su figura inspira respeto. En un contexto post-cristiandad, el evangelismo tendrá que empezar con los relatos evangélicos y desde donde está la gente. Los relatos en sí mismos tienen poder transformador. Hace poco un pastor anglicano me contó que había usado la parábola del hijo pródigo con alguien que no tenía trasfondo cristiano. Esta persona no sólo se sintió movida por la historia sino que preguntó quien era el autor de la misma. El pastor le respondió que la había contado Jesús. “¿Contó otras historias parecidas?", preguntó la mujer. Quizás esto nos sirva para darnos cuenta que la evangelización es más sencilla de lo que parece, todo lo que tenemos que hacer es dejar que la historia de Jesús hable por sí misma.


El tema del seguimiento de Jesús quizás nos sirva para encontrar una respuesta a la confusión que genera en muchas iglesias el "pertenecer", "creer” y “comportarse". El "pertenecer antes que creer" probablemente describa la forma en que muchas personas se involucran en nuestras iglesias. Quizás sea el acercamiento a la misión que funciona adecuadamente en una era postmoderna y una cultura post-cristiana. Sin embargo, el slogan plantea algunos cuestionamientos:

• ¿Cómo es que el pertenecer conduce al creer, con que frecuencia ocurre esto?

• ¿Cuánta gente puede permanecer en el pertenecer antes que creer sin que la iglesia pierda coherencia?

• ¿Cómo se relaciona el comportarse con el pertenecer y el creer?

· ¿Qué significa realmente el pertenecer sin creer y comportarse?

• ¿Por qué existe la desconexión entre creer y comportarse?

La noción del “seguimiento” ofrece un marco de referencia para las iglesias que quieren ser abiertas e inclusivas pero que también quieren ver un movimiento hacia el creer y comportarse.


En los evangelios encontramos amplia evidencia de cómo las masas seguían a Jesús. Les daba la bienvenida a todos los que querían escuchar sus enseñanzas, recibir sanidad, etc. Hasta en ciertas ocasiones iba a comer a casa de gente de dudosa reputación y aun con quienes no simpatizaban con sus enseñanzas. Sin embargo, Jesús llamaba a los que lo seguían a cambiar su forma de vivir y re-pensar sus creencias. Entre las multitudes se encontraban sus discípulos que respondían decididamente a su llamado a pesar de muchas veces tener que luchar con las implicancias del llamado. Algunos experimentaban una transformación inmediata, como el caso de Zaqueo (Lucas 19:1-10). Otros creían inmediatamente como el caso del centurión que creyó después de ver cómo su sirviente había sido sanado (7:1-10). En ocasiones las enseñanzas de Jesús iban dirigidas principalmente a sus discípulos, mientras el resto escuchaba. Otras veces las enseñanzas iban dirigidas a la multitud mientras los discípulos también escuchaban y aprendían de él.Quizás tenemos que dejar de llamarnos cristianos. El término tiene connotaciones y asociaciones que pueden hacernos presumir. ¿Quiénes somos nosotros para considerarnos como Cristo? Si otros quieren llamarnos de esta manera porque ven el carácter de Cristo en nuestras vidas, magnifico -este término se usó por primera vez en Hechos 11:26. Pero, quizás hoy día necesitemos un término que haga honor a lo que queremos significar. Puede ser que “seguidores de Jesús" sea más apropiado. 


Como seguidores no necesitamos proclamar que ya hemos llegado a destino, tampoco necesitamos distinguirnos de otros que están en diferentes partes del camino. Pertenecer, creer y comportarse pueden simplemente interpretarse como diferentes momentos del seguimiento. Las iglesias que se comprometen a seguir a Jesús dan la bienvenida en forma incondicional y sin reservas a todo peregrino que quiera sumarse al camino. Estas iglesias se caracterizan por el seguimiento que implica, aprendizajes, cambios, crecimiento compartido. A medida que crecemos juntos en nuestro entendimiento del evangelio vamos ampliando nuestra comprensión de lo que significa seguir a Jesús.


Las iglesias son buenas noticias a aquellos que necesitan mas tiempo para pensar las implicaciones de lo que significa seguir a Jesús. También son buenas noticias a aquellos que están interesados en re-considerar sus estilos de vida más que en creencias teológicas. O también pueden ser relevantes a aquellos que están en búsqueda de un camino espiritual. Y, también para aquellos como nosotros que estamos en el seguimiento pero aún nos queda mucho por transitar. Estamos agradecidos a Dios por el apoyo y ánimo que significa estar compartiendo con otros el mismo peregrinaje. ¿Los seguidores de Jesús tenemos que preguntarnos “¿qué haría Jesús en mi lugar?" Sin dudas existen dilemas éticos que nos pueden llevar a esta pregunta. Pero tenemos que ser cautelosos y evitar responder cómo si ya lo tuviéramos todo resuelto. Las respuestas simplistas tienden a reflejar a un Jesús domesticado o reducido por los efectos de la cristiandad.


Hay otras preguntas que pueden ser más apropiadas: ¿Qué hizo Jesús? ¿Qué dijo?  ¿Cómo era Jesús?  Este tipo de preguntas nos pueden ayudar a reflexionar con los evangelios tratando de escuchar atentamente y aprendiendo de su ejemplo. Esto es lo que hacían los primeros anabautistas y por lo cual eran criticados por sus adversarios que preferían pensar mas bien en principios como el amor, la justicia y el orden en lugar de pensar en situaciones concretas de la vida y obra de Jesús. Si Jesús es realmente nuestro punto de referencia central, necesitamos empezar por lo que el dijo e hizo. Lo que nos conduce directamente a nuestra segunda convicción: Jesús es el punto central de la revelación de Dios. Nos comprometemos con una lectura cristo céntrica y con la comunidad de fe como el lugar primario desde dónde interpretamos las Escrituras y discernimos su aplicación para el discipulado.


El movimiento anabautista comenzó cuando la Biblia se traducía por primera vez a los idiomas que hablaba la gente en Alemania y Europa. Por siglos la lectura de la Biblia estaba restringida a los curas y monjes que podían leer latín o los idiomas originales. Las biblias comenzaron a circular aunque no todos podían acceder a las mismas porque eran muy caras. Sólo los ricos o comunidades que juntaban dinero tenían capacidad de compra. Cuando las biblias eran accesibles se buscaba a alguien que pudiera leerlas y se formaban grupos que escuchaban y reflexionaban sobre su significado. Los anabautistas no eran los únicos que estudiaban y discutían sobre la biblia en el siglo 16.


Y aunque parezca mentira, los reformadores animaban a la gente a que leyera la Biblia sin ningún tipo de mediación tradicional, no necesitaban ni papas ni concilios que les dijeran como leer e interpretar la Biblia. El lema era “Sola Scriptura", y así creían que cualquiera que tuviera acceso al texto terminaría creyendo lo mismo que ellos creían. Pero para su sorpresa y disgusto no todos creían lo mismo que ellos. De hecho, muchos diferían de las interpretaciones de los reformadores así como la de la jerarquía católica. Y, algunos empezaron a aplicar lo que decía la Biblia a su contexto social, político y económico en formas poco ortodoxas. La gente empezaba a darse cuenta que muchos aspectos de la iglesia y la sociedad en general poco tenían que ver con lo que enseñaba la Biblia. En algunos casos, hasta se contradecían con lo que enseñaba la Biblia. La lectura de la Biblia sin la guía de la tradición y los intérpretes autorizados, especialmente los evangelios, conducía al cuestionamiento de la autoridad y tradiciones incuestionables durante la cristiandad. Cuando los reformadores se empezaron a dar cuenta de lo que estaba ocurriendo trataron de tapar la botella con el corcho, ordenándole a la gente a atenerse a lo que enseñaban los predicadores y pastores, pero ya era demasiado tarde. Muchos se negaron a transar el monopolio de la lectura de la Biblia por la vieja Jerarquía eclesial por un nuevo sistema clerical que querían decirles que creer. Entre estos grupos estaban los anabautistas que se sentían cautivados por la figura de Jesús y que sentían que el mensaje bíblico había sido distorsionado en muchos aspectos por varios siglos.


Hubo varias convicciones que caracterizaban la forma en que los anabautistas leían e interpretaban la Biblia:

•Confiaban en que cualquier cristiano común y corriente que no tuviera educación teológica o acreditación oficial podía bajo la guía del Espíritu Santo leer e interpretar la Biblia responsablemente.

• Creían que era en el contexto de la comunidad de creyentes y no el seminario o los predicadores los que podían entender y poner en práctica lo que decía la Biblia.

• Su enfoque era la aplicación práctica para el discipulado antes que la búsqueda del significado original.

• Insistían en que la Biblia tiene que ser interpretada cristo-céntricamente – a la luz de la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Jesucristo. Jesús es el centro

mismo de la Biblia, el punto focal de los dos testamentos.


A los ojos de sus críticos, este acercamiento puede parecer arrogante, irresponsable y caótico, pero para los anabautistas fue liberador y dinámico. Cuando leían juntos la Biblia descubrían una amplia gama de posibilidades sobre temas teológicos, eclesiales y éticos. Y fue precisamente en la ética donde las enseñanzas de Jesús habían sido relegadas a un segundo plano a favor del Antiguo Testamento. Los reformadores justificaban la guerra, pena de muerte, juramentos, instalación de reyes y cobro de impuestos basados en el Antiguo Testamento. ¿Eran estas prácticas compatibles con las enseñanzas de Jesús? A los ojos de los anabautistas, los reformadores parecían tener un acercamiento uniforme a la autoridad de las Escrituras. Por el contrario, los anabautistas insistían en que las Escrituras tenían que ser interpretadas a la luz de las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. Pero los que estaban dispuestos a seguir apoyando el sistema de la cristiandad no estaban dispuestos a tolerar esto.


Los anabautistas de hoy, con la ventaja que otorga una mirada retrospectiva, son más conscientes que los primeros anabautistas de los diferentes acercamientos de interpretación bíblica. Desconfiar del elemento académico o de recursos que nos ayudan a interpretar mejor el texto bíblico no es de mucho beneficio. El acercamiento académico no necesariamente distorsiona o evade el texto bíblico como temían los primeros anabautistas. Confiar en la guía del Espíritu Santo no significa necesariamente que se tiene que tomar literalmente al texto o que no posea dificultades hermenéuticas. Protestar contra el mal uso del Antiguo Testamento para justificar prácticas que contradicen la vida y enseñanzas de Jesús tampoco significa que se debe descartar el AT. Dar toda la autoridad a la iglesia local para la interpretación de las escrituras ignorando la sabiduría de generaciones pasadas puede crear confrontaciones entre diferentes congregaciones.


Sin embargo, muchos de nosotros agradecemos el coraje y la imaginación de los primeros anabautistas al ser pioneros en un acercamiento nuevo a la interpretación bíblica. 10 También resulta interesante que muchas de las conclusiones a las que arribaron sin demasiada sofisticación y con un acercamiento ilegítimo son aceptadas hoy por varias tradiciones. Nuestra segunda convicción se enfoca en tres aspectos fundacionales sobre su acercamiento a las Escrituras.


IMPLICACIONES PARA EL DISCIPULADO

El énfasis en el discipulado ha sido uno de los atractivos de la tradición anabautista. Todas las convicciones que estamos estudiando tienen un impacto directo en el discipulado en diferentes áreas de la vida. En cada una de estas convicciones subyace un acercamiento a la Bi-blia que rechaza una separación entre interpretación y aplicación.


Si bien no compartimos la desconfianza que tuvieron los primeros anabautistas hacia los eruditos bíblicos—a los cuales acusaban de confiar más en el razonamiento humano que en la voz espiritual; evadían una lectura simple del texto bíblico porque no querían asumir el costo de la obediencia; perdían tiempo con preguntas que no le interesaban más que a ellos mismos y dejaban que sus intereses personales afectaran sus conclusiones—simpatizamos con algunas de estas críticas. Por lo general los eruditos bíblicos no le dan cuenta a nadie y no están en posición de verificar la implementación de sus interpretaciones. Muchas veces los estudios bíblicos congregacionales no conducen efectivamente a ningún compromiso concreto en cuanto a las implicancias del texto interpretado en el contexto del discipulado. El compromiso con la interpretación debe llevarnos a poner en práctica lo discernido.


Esta segunda convicción aspira a integrar la interpretación con la aplicación. Los estudios bíblicos que no conducen a un discipulado más creativo y fidedigno no tienen razón de ser. Existen algunas similitudes entre estas convicciones y el acercamiento que usan los teólogos de la Liberación latinoamericanos11 cuando afirman que la meta de interpretación bíblica no es entender la Biblia sino más bien vivir más fielmente. Estos teólogos pregonan la noción de un proceso dinámico entre acción y reflexión en el cuál la aplicación retroalimenta una re-lectura más profunda del texto, logrando que el texto estimule una reflexión renovada. Los primeros anabautistas estaban convencidos que los eruditos bíblicos no avanzarían en su entendimiento de la Biblia a menos que ellos mismos pusieran en práctica lo que ellos enseñaban sobre la Biblia. Las consecuencias prácticas de sus interpretaciones les permitirían verificar si habían entendido bien el texto.


Los anabautistas contemporáneos son más conscientes de la influencia que ejercen el trasfondo y preconceptos que trae el intérprete. Aunque los primeros anabautistas argumentaban que el ser parte de los perseguidos y marginados los ayudaba a entender mejor el NT porque el mismo fue dirigido a personas en similares circunstancias. Nos acercamos al texto bíblico con lo que somos. No podemos deshacernos de este bagaje, aunque si podemos ser conscientes de lo que traemos para mitigar el impacto de nuestras presuposiciones.


LA COMUNIDAD DE FE

Resistiremos también aquellos acercamientos hermenéuticos que menoscaban el rol de la comunidad de fe en la interpretación de las escrituras. Mientras que los primeros anabautistas animaban a todo creyente a leer en forma personal las escrituras, también creían que la interpretación de la Biblia no era de interpretación privada. Los que se reunían como comunidad de fe guiados por el Espíritu Santo al leer las escrituras esperaban llegar a un mismo entendimiento y aplicación del texto. Las interpretaciones privadas que no estaban abiertas al discernimiento comunitario, no eran consideradas legítimas y se las veía como peligrosas.


No sólo fue el discipulado lo que diferenció a los anabautistas de otros grupos contemporáneos. También se esperaba un compromiso participativo por parte de la comunidad a la hora de compartir sus opiniones. Esta era una de las críticas más fuertes a las iglesias protestantes estatales.12 ¿Por qué dejar la responsabilidad de la interpretación de la Palabra exclusivamente en manos del predicador? Como bien había enseñado Pablo en 1 Corintios 14 existen diversos dones en la iglesia, todas las voces pueden contribuir a un mejor entendimiento.


Lamentablemente hasta el día de hoy se desmerece y se confía de más en los expertos, en los predicadores o en individuos iluminados. Tanto predicadores, como eruditos pueden hacer su contribución en la interpretación de las escrituras, pero es el contexto de la comunidad de fe en donde se evalúa el peso y aplicación final de

las escrituras.


Algunos anabautistas están animando a sus congregaciones a practicar una predicación compartida, en lugar de un monólogo. No es fácil pero poco a poco las iglesias van aprendiendo a compartir y escuchar diferentes voces. Los fundadores de la Red Anabautista Alan y Eleanor Kreider son conocidos por predicar sermones dialogados en lugar de monólogos. Yo mismo he usado este estilo en mi congregación invitando a la iglesia a interactuar con lo que estoy diciendo en lugar de estar escuchando pasivamente. Otro miembro de la Red, Graham Old, diseño un sitio web llamado "predicación interactiva" en el cual se anima a la audiencia a compartir ideas y recursos.


En una de mis visitas a Pensilvania descubrí un grupo de iglesias menonitas que usan una práctica llamada “habitando la Palabra”. Parecido a la “lectio divina", una práctica monástica bastante popular entre laicos en la cual se invita a la gente a responder a la Escritura. Pero lo distintivo de habitar en la palabra es que se anima a la gente a reflexionar juntos sobre el pasaje a predicar, se le pide que se escuchen atentamente unos a otros y que luego intercambien que es lo que cada uno escucho decir al otro. Me gusta esta práctica porque es más comunitaria que la lectio divina en la cual la respuesta es más individual.


Las respuestas a estas formas interactivas de predicación son mixtas. Muchos predicadores reconocen las limitaciones del sermón monólogo y les entusiasma el sermón abierto/compartido, pero no están muy seguros como reaccionarán las congregaciones. Al comienzo las experiencias pueden ser desalentadoras, pero a medida que se practique, seguramente las congregaciones irán aprendiendo estas nuevas formas y podrán adaptarse. Muchos se dan por vencidos demasiado rápido.


La tentación a volver al sermón monólogo siempre estará presente. Pero dado que hay muchas congregaciones que no están satisfechas con el modelo individualista de predicación y discipulado puede ser que muchos se animen a experimentar con las formas compartidas.


INTERPRETACIÓN JESUS-CENTRICA

Así como muchos se sienten atraídos por el anabautismo por su énfasis en el discipulado y la comunidad. Muchos otros se sienten atraídos por la centralidad que

ocupa la vida y enseñanza de Jesús. Ya hemos explorado el tema del cristo-centrismo en el anabautismo. Los primeros anabautistas se sentían ofendidos por la forma en que Jesús había sido marginado en el sistema de interpretación bíblica. Lo que Jesús había dicho y hecho quedaba relegado por otros enfoques de las Escrituras. Creían que esto deshonraba a Jesús y estaban determinados a cambiar la situación.


Tanto para los anabautistas como para el autor anónimo de la carta a los Hebreos, Jesús es central a la revelación de Dios. "Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo" (Heb. 1:1-2). Para los anabautistas, pero no necesariamente para el resto de los cristianos de otras tradiciones, esto significaba claramente que lo que Dios había revelado por medio de la Biblia a otras generaciones debía ser interpretado a la luz del prisma de la revelación de Dios por medio de Jesucristo. El Antiguo Testamento apunta hacia adelante hasta él, el Nuevo Testamento apunta hacia atrás hasta él.


Contrariamente a las preferencias de Lutero por los escritos doctrinales, los anabautistas se enfocaban en los relatos evangélicos como fuente primaria autoritativa. Eran los relatos evangélicos con sus encuentros provocativos y enigmáticos culminando en la muerte y resurrección de Jesucristo los que eran más amenazantes a al sistema imperantea político/religioso. Estos era los textos que los anabautistas usaban como centro interpretativo de las escrituras (nota del traductor, es lo que ha veces se ha dado en llamar "el canon dentro del canon").


Este enfoque tiene sus críticos. El dar prioridad a cualquier parte de la escritura arriesga el restarle importancia al resto. La vida de Jesús solo tiene sentido a la luz de la historia, teología, profecía e imaginería del Antiguo Testamento. Otras partes del Nuevo Testamento no solo fueron escritas antes de los evangelios sino que además añaden en forma significativa a nuestra comprensión de Jesús.


Aquellos que se han ocupado en la “búsqueda del Jesús histórico", menosprecian cualquier sugerencia de que podamos confiar en estos recuentos como un registro fidedigno de lo que en realidad Jesús dijo e hizo. Pero los anabautistas hoy en día permanecen convencidos que si Jesús en realidad es "El punto central de la revelación de Dios", estos recuentos de su vida, enseñanza, muerte y resurección, deben ser centrales en nuestra comprensión de la revelación total de Dios en la escritura. Nuestra experiencia es que el enfoque de la escritura centrado en Jesús resulta en formas diferentes de interpretar la Biblia en asuntos tales como la no-violencia, búsqueda de la verdad, economía, poder, relaciones de género, misión y la naturaleza de la iglesia.


POSTDATA

Durante varios años enseñé un curso llamado “Jesús en el centro”. El propósito del curso era mostrar como Jesús había sido marginado de la cristiandad, usaba el texto de Hebreos como base para el curso. ¿Qué diferencia haría volver a restaurar a Jesús en el centro de la escena? Este curso tuvo un impacto mayor a otros cursos similares que había enseñado. Muchos estudiantes que tomaron el curso me dijeron más adelante que este curso les aclaró totalmente el panorama sobre el tema. A algunos les modificó la vida y sus prioridades. Para otros sirvió para solidificar su fe y una visión renovada del evangelio.


Muchos no esperaban encontrar demasiado en este curso, después de todo ningún cristiano se atrevería a cuestionar la centralidad de Jesús. No obstante muchos se dieron cuenta de la distorsionada influencia que ejerció el cambio constantiniano en este aspecto de la fe. Muchos decidieron volver a releer los evangelios con una mirada fresca que incluía aceptar las consecuencias del seguimiento y la adoración a Jesús.


La critica punzante del anabautismo a la cristiandad y su determinación en centrarse en Jesús pudo haber sido el catalizador (y de hecho muchos comenzaron a identificarse como anabautistas) pero en el fondo lo que hicieron fue lo que hicieron muchos cristianos antes que ellos, volver a las fuentes y re-descubrir la radicalidad de Jesús. No hay tradición cristiana que monopolice el tema. Sin embargo, a pesar de todas sus debilidades, el anabautismo parece tener una capacidad inusual en motivar a cristianos de otras tradiciones (y algunos que todavía no lo son) a tener un encuentro renovado con Jesús.


Murray, Stuart. Anabautismo al Desnudo (Spanish Edition). Herald Press. Edición de Kindle. 

lunes, 18 de septiembre de 2023

Plantación de iglesias: una perspectiva anabautista / Stuart Murray Williams




Plantación de iglesias: una perspectiva anabautista

Anabautismo: un movimiento de plantación de iglesias

Fecha: 11 septiembre, 2023

Autor/a: Anabautista Digital 500

Fuente: Stuart Murray Williams – Anabaptist Mennonite Network

Anabautismo: un movimiento de plantación de iglesias [1], [2]



Una de las prácticas que distinguió a los anabautistas del siglo XVI de los reformadores protestantes –y que enfureció a los reformadores– fue la plantación de iglesias. Mientras los reformadores se concentraban en reformar las iglesias existentes, convirtiendo las parroquias católicas en parroquias protestantes, en las que el evangelio (según sus convicciones) era predicado apropiadamente y los sacramentos administrados apropiadamente, los anabautistas se convencieron de que tal reforma era inadecuada y que era crucial establecer nuevas iglesias. Estas nuevas iglesias estarían libres del control estatal, entrarían sobre la base del bautismo de los creyentes, comunidades en las que hubiera un compromiso de discipulado y apertura a la disciplina eclesiástica, congregaciones de múltiples voces que no estuvieran dominadas por sacerdotes o pastores.


Hubo un par de primeros intentos fallidos de convertir iglesias parroquiales en congregaciones anabautistas, bajo el liderazgo de Balthasar Hubmaier, primero en Waldshut y luego en Nicolsburg. Pero estos no sobrevivieron por mucho tiempo y posteriormente los anabautistas abandonaron este enfoque. En cambio, plantaron cientos de nuevas iglesias en Suiza, Austria, Alemania y los Países Bajos. La mayoría eran relativamente pequeños, y la oposición significaba que se reunían en secreto y sólo ocasionalmente tenían libertad para reunirse más abiertamente o en mayor número. No eran uniformes y la correspondencia entre estas iglesias revela prácticas y convicciones significativamente diferentes. Las relaciones entre estas iglesias variaron desde una gran calidez hasta un marcado desacuerdo y la excomunión mutua. Algunos eran carismáticos, conmovidos por visiones y disfrutando de una adoración exuberante. Algunos eran más sobrios y se dedicaban a la lectura de la Biblia, la oración y la reflexión ética. Aquellos que huyeron a Moravia para escapar de la persecución formaron comunidades que compartían un dinero común (tal vez inicialmente como un consejo de necesidad en el viaje hasta allí, pero luego como una práctica que creían que era un mandato bíblico) y apoyaron a los misioneros que viajaron por toda Europa plantando nuevas iglesias. Sin embargo, había convicciones y prácticas fundamentales en estas congregaciones que las diferenciaban de las iglesias estatales y justificaban la conclusión de las autoridades de que se trataba de un movimiento coherente (y muy preocupante). 

 

La plantación de iglesias en el siglo XVI era costosa. La expectativa de sufrimiento atravesó el movimiento y fue presentada en los escritos de sus líderes como una señal de que ellos eran la verdadera iglesia (tal como las prácticas persecutorias de católicos y protestantes indicaban que no lo eran). Aquellos que fundaron y dirigieron estas iglesias eran especialmente vulnerables y estaban sujetos a arresto, encarcelamiento, pérdida de propiedad, tortura y ejecución. Pero el celo misionero de los anabautistas de primera generación y su convicción de que era necesaria la restitución, más que la reforma, para que la iglesia recuperara la auténtica eclesiología neotestamentaria, aseguró que esta práctica estuviera en el centro del movimiento durante muchos años.


Al igual que muchos otros movimientos de renovación, la pasión de la primera generación dio paso gradualmente a los esfuerzos por consolidar el movimiento. El celo misionero disminuyó (aunque hubo excepciones) y su atención se centró cada vez más en la atención pastoral, la conformidad doctrinal y eclesial y la supervivencia en un ambiente hostil. El liderazgo apostólico y evangelístico de los primeros años fue sucedido por el ministerio de obispos, pastores y maestros. La huida para escapar de la persecución, la existencia clandestina para pasar desapercibido y los acuerdos con las autoridades para abstenerse de evangelizar a cambio de tolerancia minaron la fuerza del movimiento e impidieron que se siguieran plantando iglesias en las regiones en las que surgió por primera vez el anabautismo.


A medida que las comunidades anabautistas se trasladaron más al este cuando sus lugares de refugio se volvieron inseguros y, finalmente, a América del Norte para encontrar un lugar donde practicar su fe sin temor a la persecución, se plantaron iglesias para servir a estas comunidades. Sin embargo, pocos de ellos tenían una intención misional o eran eficaces para llegar a los demás. Sólo en décadas más recientes la práctica de la plantación de iglesias se ha vuelto más intencional y más misional, inicialmente en otras partes del mundo, y luego en América del Norte y Europa, a medida que quedó claro que la plantación de iglesias y la evangelización eran necesarias en estas regiones a medida que las realidades de la posguerra se hacían realidad. -La cristiandad se hizo evidente. Las agencias misioneras anabautistas no siempre se han involucrado en la plantación de iglesias, optando por centrarse en otros aspectos de la misión y desconfiando de las imposiciones culturales. Como se señaló anteriormente, ésta era la postura de los trabajadores misioneros menonitas en Gran Bretaña. Pero se han plantado suficientes iglesias para garantizar que la comunidad anabautista sea ahora global y tenga fuerza en áreas con poca o ninguna presencia histórica anabautista.  


Plantación de iglesias hoy

Casi cinco siglos después del nacimiento del movimiento anabautista, la plantación de iglesias es mucho menos costosa que en el siglo XVI, aunque esta práctica sigue siendo controvertida y todavía enfurece a algunos líderes denominacionales, que la consideran una dilución inútil de recursos limitados. un obstáculo para las relaciones ecuménicas o una oportunidad para la construcción de imperios y el sectarismo. ¿Realmente necesitamos más iglesias en sociedades donde el sistema parroquial todavía está operativo y hay iglesias al alcance de todos? Pero ahora se trata de voces minoritarias en un contexto en el que la mayoría de las denominaciones han respaldado la plantación de iglesias como un aspecto importante de la misión en una sociedad poscristiandad. El sistema parroquial está sometido a una enorme presión y en la práctica hay muchas comunidades sin fácil acceso a ninguna iglesia,


Al reconocer que en la cultura contemporánea se necesitan más iglesias y diferentes tipos de iglesias, en las sociedades occidentales se están implementando numerosas estrategias de plantación de iglesias a nivel nacional, regional y local. Se han desarrollado cursos de formación; se han establecido procesos de coaching y mentoría; se ha proporcionado una financiación importante; hay una literatura en expansión; el ministerio distintivo de pioneros, evangelistas y plantadores de iglesias ha sido validado junto con el de pastores y maestros; y la plantación de iglesias se reconoce como un componente de la vocación misional de la iglesia en las sociedades occidentales. [3]En toda la cultura occidental se están plantando nuevas iglesias. No todos prosperan o incluso sobreviven (la plantación de iglesias es riesgosa) y todavía no se están plantando suficientes para compensar el cierre de iglesias en la mayoría de los lugares, pero la práctica de plantar iglesias ahora está bien establecida y ampliamente respaldada.


Estos acontecimientos son indicios de que la era de la cristiandad está dando paso gradualmente a la poscristiandad. La era de la cristiandad estuvo dominada por pastores y maestros, sin necesidad aparente de evangelistas o plantadores de iglesias. Se suponía que había suficientes iglesias y que el sistema parroquial garantizaba el acceso para todos. La relación entre evangelio y cultura se había negociado siglos antes y las prácticas eclesiales sólo estaban sujetas a variaciones menores. No es de extrañar que la temeridad de los primeros anabautistas, que rechazaron la síntesis de la cristiandad como defectuosa y profundamente dañina para la integridad de la fe cristiana, cuestionaron la relación entre el evangelio y la cultura y fundaron nuevas iglesias que ignoraban los límites parroquiales, fuera tan desagradable para sus defensores. de la sociedad sacra que era la cristiandad. Y no es de extrañar que la plantación de iglesias vuelva a estar firmemente en la agenda. La plantación de iglesias cobra importancia cuando las cuestiones del evangelio y la cultura vuelven a estar sobre la mesa, en tiempos de transición cultural, y cuando la iglesia redescubre su vocación misional.

En los últimos años también ha habido una creatividad cada vez mayor a medida que se han plantado miles de iglesias con características que las distinguen de las iglesias más antiguas con la esperanza de interactuar con una gama más amplia de personas en una cultura compleja y cambiante. Los términos “iglesia emergente”, “nuevas formas de ser iglesia” y “nuevas expresiones de iglesia” han puesto de relieve estos desarrollos. Aunque el impacto y la sostenibilidad de estas iniciativas experimentales han sido mixtos, son recordatorios importantes de que la plantación de iglesias no se trata simplemente de replicar formas existentes de iglesia, sino de creatividad eclesial y misional en una cultura diversa y en evolución. La plantación de iglesias ofrece oportunidades para una nueva reflexión sobre la relación entre el evangelio y la cultura (o subculturas) circundante y la renovación eclesial continua en aras de la eficacia misional. Como insistía uno de los primeros manuales sobre plantación de iglesias en Gran Bretaña: «La plantación creativa de iglesias que descubre nuevas formas de ser el Cuerpo de Cristo en un mundo cambiante ayudará a mantener los tendones de nuestras denominaciones flexibles y más capaces de responder sensible y vigorosamente a los desafíos». desafíos aún imprevistos del mundo de mañana… Las nuevas iglesias y las nuevas ideas teológicas que generan contrarrestan la tendencia a la osificación eclesiológica que convierte las estructuras en restricciones.’[4]


Aunque los plantadores de iglesias recurren a diversas tradiciones para obtener recursos, un número sorprendente ha encontrado inspiración y guía en la tradición anabautista, a pesar de las diferencias contextuales entre los siglos XVI y XXI. Este es especialmente el caso en relación con las formas más creativas y experimentales de plantación de iglesias. Pocos son explícitamente anabautistas o eligen utilizar esta terminología, pero muchos acogen con agrado las ideas de la tradición anabautista una vez que las encuentran. El estudio de caso al final de este artículo indica algunas de las conexiones entre la visión anabautista y las prioridades y prácticas de una agencia de plantación de iglesias contemporánea. Las denominaciones dominantes también han acogido con agrado algunas perspectivas anabautistas sobre estos acontecimientos, como lo demuestran los comentarios en el enormemente influyente periódico anglicanoEl informe Mission-Shaped Church identificado como procedente de una fuente anabautista y el encargo de una crítica explícitamente anabautista de la escena eclesiástica emergente por parte del organismo ecuménico Churches Together in Britain and Ireland. [5]  


La plantación de iglesias contemporánea es inusualmente ecuménica y cooperativa (en comparación con la mayoría de las iniciativas anteriores de plantación de iglesias). A través de congresos, consultas en toda la ciudad y redes locales, se intenta trabajar juntos. Aunque hay elementos sectarios y competitivos, no son prominentes. La discusión se concentra en el número y ubicación de las nuevas iglesias necesarias, los métodos para lograr esta meta y las preocupaciones prácticas sobre finanzas, personal, liderazgo y responsabilidad. Pero poco se dice sobre los tipos de iglesias que se plantarán más allá de frases genéricas como «congregaciones vivas, en crecimiento y centradas en Cristo».


Hay características muy positivas de este espíritu ecuménico entre los plantadores de iglesias. Si el objetivo es plantar tantas iglesias en el menor tiempo posible, la cooperación es esencial y una discusión detallada sobre los tipos de iglesias que se plantarán puede obstaculizar esto. Y puede haber otros beneficios. No debemos subestimar el impacto del movimiento de plantación de iglesias en el desarrollo de una ecumenicidad de base que promete lograr más progreso práctico hacia la unidad de la iglesia que décadas de consultas denominacionales. Pero, si la plantación de iglesias no se trata sólo de números, si plantea preguntas vitales sobre los tipos de iglesias necesarias para las culturas poscristianas y posmodernas del tercer milenio, si invita al pensamiento creativo sobre las prioridades de la iglesia y el estructuras necesarias para facilitarlos, entonces tal vez la falta de discusión sobre los tipos de iglesias que se están plantando sea un precio demasiado alto por esta cooperación. La presión para plantar muchas iglesias rápidamente y la preocupación de no arriesgar la cooperación haciendo demasiadas preguntas sobre los tipos de iglesias que se están plantando, han impedido que el movimiento de plantación de iglesias genere muchas ideas teológicas. La mayoría de las iglesias nuevas siguen siendo muy similares a las iglesias existentes. Ha habido algo de creatividad, pero a menudo se limita a métodos evangelísticos y estilos de adoración, en lugar de abordar preguntas más profundas sobre la naturaleza y el propósito de la iglesia. Esta experimentación rara vez se ve impulsada por el debate y el descubrimiento teológicos.



Perspectivas anabautistas contemporáneas sobre la plantación de iglesias

¿Es posible hacer preguntas sobre los tipos de iglesias que se están plantando sin poner en peligro la unidad y la cooperación que han caracterizado las recientes iniciativas de plantación de iglesias? ¿Podrían aquellos que remontan sus raíces espirituales al movimiento anabautista de plantación de iglesias de hace casi cinco siglos tener algunas contribuciones que hacer sobre estos temas? ¿Existe una manera anabautista de plantar iglesias? ¿Existen valores anabautistas que puedan ayudarnos a discriminar entre las muchas estrategias de plantación de iglesias que se ofrecen actualmente?

La plantación de iglesias se sitúa en la intersección de la misionología y la eclesiología, y puede ser que sea en cuestiones eclesiales donde la tradición anabautista pueda hacer algunas contribuciones a la plantación de iglesias contemporánea. En el siglo XVI, los anabautistas insistieron en que la reforma no se trataba sólo de teología, sino que incluía cuestiones de eclesiología. Hoy en día, los anabautistas podrían alentar a los plantadores de iglesias de todas las denominaciones a recordar que la plantación de iglesias no se trata sólo de más iglesias. Se trata de la renovación de la iglesia y el desarrollo de expresiones de la iglesia que tengan raíces bíblicas y sean contextualmente apropiadas. Una reflexión cuidadosa y continua sobre los contextos culturales dentro de los cuales se están plantando nuevas iglesias y un compromiso profundo con la enseñanza bíblica lleva tiempo y puede resultar en que se planten menos iglesias. Pero aquellas que se planten tendrán cimientos más seguros y un mayor potencial para un testimonio sostenible.

A modo de ilustración, aquí hay algunas preguntas que yo, como estratega británico en plantación de iglesias, sugiero que la tradición anabautista podría plantear para los plantadores de iglesias contemporáneos:

¿Qué comprensión de la naturaleza y el propósito de la iglesia sustenta nuestra estrategia y expectativas de plantación de iglesias? Si la plantación de iglesias no es un fin en sí mismo, ¿para qué sirven estas nuevas iglesias y cómo las moldeará eso? ¿El enfoque de esta nueva iglesia estará en la iglesia o en el reino de Dios? ¿Cómo se evitará una mentalidad centrada en la iglesia?

¿Qué principios y prácticas incorporaremos a la nueva iglesia en relación con el liderazgo, la responsabilidad, el apoyo mutuo y la disciplina de la iglesia? Fue en estas cuestiones que los primeros anabautistas se separaron de sus contemporáneos, convencidos de que eran igualmente vitales para las iglesias saludables y para la predicación y administración adecuadas de los sacramentos. ¿Cómo manejará la nueva iglesia los conflictos y desarrollará procesos de reconciliación?

¿Cómo equilibrará la iglesia el imperativo misional de estar en sintonía cultural dentro de su contexto con la necesidad también de ser contracultural y desafiar las normas y expectativas?

¿Qué prácticas introduciremos para construir y nutrir la comunidad? ¿Iremos más allá de las nociones institucionales de «membresía» y las insípidas expresiones de «comunidad» hacia amistades genuinas? ¿Qué papel jugará en esto la hospitalidad y el compartir las comidas?

¿A través de quién esperaremos que el Espíritu Santo hable y dirija a la iglesia? Muchas iglesias nuevas dependen inútilmente del plantador de iglesias. Los primeros anabautistas rechazaron este tipo de liderazgo monovoz y abogaron por la formación de comunidades en las que se esperaba que Dios pudiera hablar a través de todos y cada uno de los miembros.

¿Con qué hermenéutica se relacionará la iglesia con las Escrituras? ¿Es esta una oportunidad para adoptar un enfoque completamente cristocéntrico en el que se priorice y se tome en serio la vida y las enseñanzas de Jesús?

¿Qué expresión del evangelio y qué formas de evangelismo son apropiadas si queremos fomentar un discipulado radical en lugar de congregaciones orientadas a las necesidades? Las presentaciones del evangelio tradicionales y basadas en la culpa con demasiada frecuencia no logran desafiar o empoderar a quienes responden a vivir bajo el señorío de Cristo y toman en serio las enseñanzas de Jesús. Si la muerte y resurrección de Jesús están desconectadas de su vida y enseñanzas, el discipulado también puede estar desconectado de las experiencias de conversión. Los anabautistas han desafiado persistentemente este enfoque de «gracia barata».

¿Qué principios misionales y eclesiales sustentarán nuestra práctica del bautismo y la Cena del Señor? Para no amenazar la cooperación ecuménica, las diferencias de opinión sobre estos asuntos a menudo se minimizan o excluyen de la consideración. Y puede ser cierto que el bautismo de niños hoy no tenga el mismo significado que tenía en el siglo XVI. Pero la plantación de iglesias ofrece oportunidades para recuperar lo que los anabautistas consideran la práctica bíblica de bautizar a los creyentes. También puede provocar nuevas ideas sobre compartir el pan y el vino: quién puede supervisar esto, quién puede participar, cómo esto fortalece los vínculos entre los miembros, además de ser una celebración de la muerte y resurrección de Jesús, y cuáles son las ventajas. ¿De devolver esto al contexto de una comida real?

¿Qué tamaño y con qué rapidez puede crecer la nueva iglesia sin poner en peligro su vida comunitaria? ¿Es el crecimiento numérico de la iglesia siempre una señal de salud? Es discutible que algunos aspectos de la eclesiología del Nuevo Testamento sean difíciles, o incluso imposibles, de practicar una vez que una iglesia excede un cierto número. Otros responden que las iglesias grandes pueden contrarrestar esto dividiéndose en muchas comunidades más pequeñas para algunos propósitos. En situaciones de crecimiento relativamente rápido, este puede ser un tema que los plantadores de iglesias deben considerar en una etapa temprana.

¿Existen formas de plantar iglesias que tengan un impacto en áreas con mayores necesidades sociales y menor membresía de iglesias? Gran parte de la plantación de iglesias en los últimos años se ha realizado en áreas más prósperas, exacerbando el desequilibrio existente entre la vida de la iglesia en estas y las áreas más pobres. ¿Podría la visión anabautista, arraigada en un movimiento que floreció principalmente entre los pobres y los impotentes, inspirar a los plantadores de iglesias a priorizar comunidades con mayores desafíos sociales, incluso si esto significa que las nuevas iglesias crecerán menos rápidamente y tendrán menos probabilidades de ser financieramente sostenibles?

¿De qué manera una nueva iglesia será ‘buenas noticias para los pobres’? ¿Cómo podrían aplicarse los principios desafiantes pero liberadores del jubileo y la koinonía ? Simplemente plantar iglesias en comunidades más pobres no será útil a menos que los involucrados reconozcan que el evangelio tiene consecuencias en las áreas de economía y justicia social.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas de ser propietario de un edificio de iglesia y de planificarlo? Muchos plantadores de iglesias comienzan en casas o espacios alquilados, a veces elogiando las ventajas de no ser propietarios de un edificio. Pero con el tiempo, las aparentes ventajas de tener un edificio así alientan el movimiento en esta dirección. Los primeros anabautistas no tenían edificios propios, aparte de las casas, algunas de las cuales fueron adaptadas en secreto para uso de la iglesia. Pero a medida que el movimiento maduró, comenzaron a construir y poseer edificios designados para iglesias. ¿Pueden los plantadores de iglesias resistirse a esto y reflexionar cuidadosamente sobre si esto es útil por razones eclesiales o misionales?

¿Cómo podrían incorporarse las cuestiones de paz y justicia a los cimientos de una nueva iglesia en lugar de incorporarlas en una etapa posterior? Aquellos aspectos del evangelio enfatizados en los primeros días de una nueva iglesia tienden a ser los que se consideran más importantes en los años venideros. Por supuesto, es posible cuestionar estas prioridades más adelante, pero esto puede ser polémico y no siempre tener éxito. Los primeros anabautistas se autoidentificaron como un pueblo de paz que había renunciado a la violencia en todas sus formas. ¿Podrían los plantadores de iglesias contemporáneos hacer lo mismo? En un mundo conflictivo y violento, ¿podrían las «iglesias de paz» ser realmente buenas noticias?

Entonces, una contribución anabautista al movimiento contemporáneo de plantación de iglesias podría ser instar a una reflexión más profunda sobre la naturaleza y el espíritu de las iglesias que se están plantando. Se podría alentar a los plantadores de iglesias anabautistas a recurrir más explícitamente a sus propias raíces para establecer iglesias que sean tan radicales en la sociedad contemporánea como lo fueron las iglesias anabautistas en el siglo XVI. Los plantadores de iglesias de otras tradiciones podrían verse desafiados a considerar las perspectivas anabautistas sobre la iglesia y la misión mientras exploran nuevas formas de ser iglesia en una cultura cambiante.


[1] Véase https://amnetwork.uk/

[2] Véase https://www.bruderhof.com/

[3] La literatura reciente sobre la plantación de iglesias incluye Stefan Paas: Church Planting in the Secular West: Learning from the European Experience (Eerdmans, 2016); Stuart Murray: Plantación de iglesias: un marco para profesionales (Paternoster, 2008); Michael Moynagh: Iglesia para cada contexto: una introducción a la teología y la práctica (SCM Press, 2012); y Christopher James: Plantación de iglesias en un suelo poscristiano (Oxford University Press, 2018).

[4] Stuart Christine y Martin Robinson: Plantar hoy las iglesias del mañana (Oxford: Monarch, 1992), p54.

[5] Iglesia en forma de misión (Londres: Church House Publishing, 2004) y Stuart Murray: Changing Mission: learning from the newer churchs (Londres: CTBI, 2006). Uno de los primeros recursos sobre la plantación de iglesias escrito desde una perspectiva explícitamente anabautista fue David Shenk y Ervin Stutzman: Creando comunidades del Reino (Scottdale: Herald Press, 1988).

[6] Véase www.urbanexpression.org.uk y www.urbanexpression.nl/ .