El seguimiento de Jesús es central a la tradición anabautista. Una de las frases más citadas del siglo 16 entre los anabautistas viene de Hans Denck: "Nadie puede conocer a Cristo a menos que lo siga en vida.” Toda experiencia espiritual o creencia doctrinal tiene que ser comparada con la práctica del discipulado. A los anabautistas se los acusó de creer en la “salvación por obras". A esto, ellos respondían argumentando que sus críticos mantenían estándares muy bajos en temas de discipulado lo cual los debía a llevar a preguntarse porque su ortodoxia producía tan pocos frutos.
A los críticos no les caía nada bien esta respuesta pero tampoco sabían bien como responder. Puede ser que los anabautistas sean unos herejes pero no se puede negar que su estilo de vida es distintivo y atractivo. Franz Agrícola, un católico romano crítico del anabautismo comentaba:
En cuanto su testimonio público hay que decir que llevan una vida impecable. No hay lugar para la mentira, el engaño, malas palabras, disputas, mal hablados, glotonería ni borracheras. Al contrario abunda la humildad, paciencia, rectitud, honestidad, sobriedad y sinceridad. Sin dudas, ante tales conductas uno tiene que suponer que tienen el Espíritu Santo en sus vidas.
Hay relatos sobre gente que no era anabautista y era arrestada por vivir un estilo de vida ejemplar. Al ser confrontados por sus perseguidores los insultaban para demostrar que no eran tan santos como parecían. De hecho, los anabautistas usaban la acusación de Agrícola sobre el Espíritu Santo para explicar su estilo de vida. Pero, Agrícola insistía en que los anabautistas no podían tener el Espíritu Santo porque eran herejes. Sin embargo, comparados con sus contemporáneos, los anabautistas ponían mucho más énfasis en el nuevo nacimiento por el espíritu santo y el poder transformador de la gracia de Dios. El discipulado no sumaba puntos para ganar su salvación ni para sentirse orgullosos, sino más bien para evidenciar la obra de Dios en sus vidas.
El resto de los dichos de Denck son menos conocidos pero realzan otro aspecto de esta convicción central. “Jesús es fuente de nuestra vida así como aquél a quien seguimos", insistía Denck, “nadie puede seguirlo a menos que lo conozca personalmente”. El seguimiento de Cristo no se puede separar del conocimiento personal. Los anabautistas contemporáneos seguimos encontrando inspiración y desafío en esta tradición. Podemos seguir a Jesús, su ejemplo puede instruirnos. Su enseñanza se puede ponerse en práctica. El discipulado y la adoración pueden integrarse. Jesús puede ser el punto referencial de toda nuestra vida. No es necesario que estás convicciones terminen en legalismo o moralismo si lo reconocemos a él como nuestro amigo, fuente y Señor de nuestra vida.
Ali Phelps uno de los miembros de la comisión directiva de la Red y uno de los líderes de una iglesia urbana en Leeds, leyó el borrador de esta convicción y me escribió lo siguiente:
El seguimiento de Jesús me trajo a la mente el desafío al que me enfrentó una lesbiana beligerante de nuestra congregación (mayormente conservadora). Acordé con ella leer juntos el evangelio de Lucas-más como un acto de cobardía de mi parte al tratar de esconderme detrás de la figura de Jesús antes que debatir sobre las prácticas y teorías de la iglesia. Al terminar nuestras lecturas, esta mujer se convirtió en una apasionada seguidora de Jesús. Pasado un tiempo, me dejó atónito cuando me dijo que había dejado la marihuana. Cuándo le pregunté por que lo había hecho me respondió que era una consecuencia directa de su lectura de la Biblia y que si alguien de la iglesia la hubiera confrontado a dejarla hubiera consumido más.
Este aspecto de la tradición anabautista puede tener relevancia misional en un contexto en donde se sabe poco de Jesús pero al mismo tiempo su figura inspira respeto. En un contexto post-cristiandad, el evangelismo tendrá que empezar con los relatos evangélicos y desde donde está la gente. Los relatos en sí mismos tienen poder transformador. Hace poco un pastor anglicano me contó que había usado la parábola del hijo pródigo con alguien que no tenía trasfondo cristiano. Esta persona no sólo se sintió movida por la historia sino que preguntó quien era el autor de la misma. El pastor le respondió que la había contado Jesús. “¿Contó otras historias parecidas?", preguntó la mujer. Quizás esto nos sirva para darnos cuenta que la evangelización es más sencilla de lo que parece, todo lo que tenemos que hacer es dejar que la historia de Jesús hable por sí misma.
El tema del seguimiento de Jesús quizás nos sirva para encontrar una respuesta a la confusión que genera en muchas iglesias el "pertenecer", "creer” y “comportarse". El "pertenecer antes que creer" probablemente describa la forma en que muchas personas se involucran en nuestras iglesias. Quizás sea el acercamiento a la misión que funciona adecuadamente en una era postmoderna y una cultura post-cristiana. Sin embargo, el slogan plantea algunos cuestionamientos:
• ¿Cómo es que el pertenecer conduce al creer, con que frecuencia ocurre esto?
• ¿Cuánta gente puede permanecer en el pertenecer antes que creer sin que la iglesia pierda coherencia?
• ¿Cómo se relaciona el comportarse con el pertenecer y el creer?
· ¿Qué significa realmente el pertenecer sin creer y comportarse?
• ¿Por qué existe la desconexión entre creer y comportarse?
La noción del “seguimiento” ofrece un marco de referencia para las iglesias que quieren ser abiertas e inclusivas pero que también quieren ver un movimiento hacia el creer y comportarse.
En los evangelios encontramos amplia evidencia de cómo las masas seguían a Jesús. Les daba la bienvenida a todos los que querían escuchar sus enseñanzas, recibir sanidad, etc. Hasta en ciertas ocasiones iba a comer a casa de gente de dudosa reputación y aun con quienes no simpatizaban con sus enseñanzas. Sin embargo, Jesús llamaba a los que lo seguían a cambiar su forma de vivir y re-pensar sus creencias. Entre las multitudes se encontraban sus discípulos que respondían decididamente a su llamado a pesar de muchas veces tener que luchar con las implicancias del llamado. Algunos experimentaban una transformación inmediata, como el caso de Zaqueo (Lucas 19:1-10). Otros creían inmediatamente como el caso del centurión que creyó después de ver cómo su sirviente había sido sanado (7:1-10). En ocasiones las enseñanzas de Jesús iban dirigidas principalmente a sus discípulos, mientras el resto escuchaba. Otras veces las enseñanzas iban dirigidas a la multitud mientras los discípulos también escuchaban y aprendían de él.Quizás tenemos que dejar de llamarnos cristianos. El término tiene connotaciones y asociaciones que pueden hacernos presumir. ¿Quiénes somos nosotros para considerarnos como Cristo? Si otros quieren llamarnos de esta manera porque ven el carácter de Cristo en nuestras vidas, magnifico -este término se usó por primera vez en Hechos 11:26. Pero, quizás hoy día necesitemos un término que haga honor a lo que queremos significar. Puede ser que “seguidores de Jesús" sea más apropiado.
Como seguidores no necesitamos proclamar que ya hemos llegado a destino, tampoco necesitamos distinguirnos de otros que están en diferentes partes del camino. Pertenecer, creer y comportarse pueden simplemente interpretarse como diferentes momentos del seguimiento. Las iglesias que se comprometen a seguir a Jesús dan la bienvenida en forma incondicional y sin reservas a todo peregrino que quiera sumarse al camino. Estas iglesias se caracterizan por el seguimiento que implica, aprendizajes, cambios, crecimiento compartido. A medida que crecemos juntos en nuestro entendimiento del evangelio vamos ampliando nuestra comprensión de lo que significa seguir a Jesús.
Las iglesias son buenas noticias a aquellos que necesitan mas tiempo para pensar las implicaciones de lo que significa seguir a Jesús. También son buenas noticias a aquellos que están interesados en re-considerar sus estilos de vida más que en creencias teológicas. O también pueden ser relevantes a aquellos que están en búsqueda de un camino espiritual. Y, también para aquellos como nosotros que estamos en el seguimiento pero aún nos queda mucho por transitar. Estamos agradecidos a Dios por el apoyo y ánimo que significa estar compartiendo con otros el mismo peregrinaje. ¿Los seguidores de Jesús tenemos que preguntarnos “¿qué haría Jesús en mi lugar?" Sin dudas existen dilemas éticos que nos pueden llevar a esta pregunta. Pero tenemos que ser cautelosos y evitar responder cómo si ya lo tuviéramos todo resuelto. Las respuestas simplistas tienden a reflejar a un Jesús domesticado o reducido por los efectos de la cristiandad.
Hay otras preguntas que pueden ser más apropiadas: ¿Qué hizo Jesús? ¿Qué dijo? ¿Cómo era Jesús? Este tipo de preguntas nos pueden ayudar a reflexionar con los evangelios tratando de escuchar atentamente y aprendiendo de su ejemplo. Esto es lo que hacían los primeros anabautistas y por lo cual eran criticados por sus adversarios que preferían pensar mas bien en principios como el amor, la justicia y el orden en lugar de pensar en situaciones concretas de la vida y obra de Jesús. Si Jesús es realmente nuestro punto de referencia central, necesitamos empezar por lo que el dijo e hizo. Lo que nos conduce directamente a nuestra segunda convicción: Jesús es el punto central de la revelación de Dios. Nos comprometemos con una lectura cristo céntrica y con la comunidad de fe como el lugar primario desde dónde interpretamos las Escrituras y discernimos su aplicación para el discipulado.
El movimiento anabautista comenzó cuando la Biblia se traducía por primera vez a los idiomas que hablaba la gente en Alemania y Europa. Por siglos la lectura de la Biblia estaba restringida a los curas y monjes que podían leer latín o los idiomas originales. Las biblias comenzaron a circular aunque no todos podían acceder a las mismas porque eran muy caras. Sólo los ricos o comunidades que juntaban dinero tenían capacidad de compra. Cuando las biblias eran accesibles se buscaba a alguien que pudiera leerlas y se formaban grupos que escuchaban y reflexionaban sobre su significado. Los anabautistas no eran los únicos que estudiaban y discutían sobre la biblia en el siglo 16.
Y aunque parezca mentira, los reformadores animaban a la gente a que leyera la Biblia sin ningún tipo de mediación tradicional, no necesitaban ni papas ni concilios que les dijeran como leer e interpretar la Biblia. El lema era “Sola Scriptura", y así creían que cualquiera que tuviera acceso al texto terminaría creyendo lo mismo que ellos creían. Pero para su sorpresa y disgusto no todos creían lo mismo que ellos. De hecho, muchos diferían de las interpretaciones de los reformadores así como la de la jerarquía católica. Y, algunos empezaron a aplicar lo que decía la Biblia a su contexto social, político y económico en formas poco ortodoxas. La gente empezaba a darse cuenta que muchos aspectos de la iglesia y la sociedad en general poco tenían que ver con lo que enseñaba la Biblia. En algunos casos, hasta se contradecían con lo que enseñaba la Biblia. La lectura de la Biblia sin la guía de la tradición y los intérpretes autorizados, especialmente los evangelios, conducía al cuestionamiento de la autoridad y tradiciones incuestionables durante la cristiandad. Cuando los reformadores se empezaron a dar cuenta de lo que estaba ocurriendo trataron de tapar la botella con el corcho, ordenándole a la gente a atenerse a lo que enseñaban los predicadores y pastores, pero ya era demasiado tarde. Muchos se negaron a transar el monopolio de la lectura de la Biblia por la vieja Jerarquía eclesial por un nuevo sistema clerical que querían decirles que creer. Entre estos grupos estaban los anabautistas que se sentían cautivados por la figura de Jesús y que sentían que el mensaje bíblico había sido distorsionado en muchos aspectos por varios siglos.
Hubo varias convicciones que caracterizaban la forma en que los anabautistas leían e interpretaban la Biblia:
•Confiaban en que cualquier cristiano común y corriente que no tuviera educación teológica o acreditación oficial podía bajo la guía del Espíritu Santo leer e interpretar la Biblia responsablemente.
• Creían que era en el contexto de la comunidad de creyentes y no el seminario o los predicadores los que podían entender y poner en práctica lo que decía la Biblia.
• Su enfoque era la aplicación práctica para el discipulado antes que la búsqueda del significado original.
• Insistían en que la Biblia tiene que ser interpretada cristo-céntricamente – a la luz de la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Jesucristo. Jesús es el centro
mismo de la Biblia, el punto focal de los dos testamentos.
A los ojos de sus críticos, este acercamiento puede parecer arrogante, irresponsable y caótico, pero para los anabautistas fue liberador y dinámico. Cuando leían juntos la Biblia descubrían una amplia gama de posibilidades sobre temas teológicos, eclesiales y éticos. Y fue precisamente en la ética donde las enseñanzas de Jesús habían sido relegadas a un segundo plano a favor del Antiguo Testamento. Los reformadores justificaban la guerra, pena de muerte, juramentos, instalación de reyes y cobro de impuestos basados en el Antiguo Testamento. ¿Eran estas prácticas compatibles con las enseñanzas de Jesús? A los ojos de los anabautistas, los reformadores parecían tener un acercamiento uniforme a la autoridad de las Escrituras. Por el contrario, los anabautistas insistían en que las Escrituras tenían que ser interpretadas a la luz de las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. Pero los que estaban dispuestos a seguir apoyando el sistema de la cristiandad no estaban dispuestos a tolerar esto.
Los anabautistas de hoy, con la ventaja que otorga una mirada retrospectiva, son más conscientes que los primeros anabautistas de los diferentes acercamientos de interpretación bíblica. Desconfiar del elemento académico o de recursos que nos ayudan a interpretar mejor el texto bíblico no es de mucho beneficio. El acercamiento académico no necesariamente distorsiona o evade el texto bíblico como temían los primeros anabautistas. Confiar en la guía del Espíritu Santo no significa necesariamente que se tiene que tomar literalmente al texto o que no posea dificultades hermenéuticas. Protestar contra el mal uso del Antiguo Testamento para justificar prácticas que contradicen la vida y enseñanzas de Jesús tampoco significa que se debe descartar el AT. Dar toda la autoridad a la iglesia local para la interpretación de las escrituras ignorando la sabiduría de generaciones pasadas puede crear confrontaciones entre diferentes congregaciones.
Sin embargo, muchos de nosotros agradecemos el coraje y la imaginación de los primeros anabautistas al ser pioneros en un acercamiento nuevo a la interpretación bíblica. 10 También resulta interesante que muchas de las conclusiones a las que arribaron sin demasiada sofisticación y con un acercamiento ilegítimo son aceptadas hoy por varias tradiciones. Nuestra segunda convicción se enfoca en tres aspectos fundacionales sobre su acercamiento a las Escrituras.
IMPLICACIONES PARA EL DISCIPULADO
El énfasis en el discipulado ha sido uno de los atractivos de la tradición anabautista. Todas las convicciones que estamos estudiando tienen un impacto directo en el discipulado en diferentes áreas de la vida. En cada una de estas convicciones subyace un acercamiento a la Bi-blia que rechaza una separación entre interpretación y aplicación.
Si bien no compartimos la desconfianza que tuvieron los primeros anabautistas hacia los eruditos bíblicos—a los cuales acusaban de confiar más en el razonamiento humano que en la voz espiritual; evadían una lectura simple del texto bíblico porque no querían asumir el costo de la obediencia; perdían tiempo con preguntas que no le interesaban más que a ellos mismos y dejaban que sus intereses personales afectaran sus conclusiones—simpatizamos con algunas de estas críticas. Por lo general los eruditos bíblicos no le dan cuenta a nadie y no están en posición de verificar la implementación de sus interpretaciones. Muchas veces los estudios bíblicos congregacionales no conducen efectivamente a ningún compromiso concreto en cuanto a las implicancias del texto interpretado en el contexto del discipulado. El compromiso con la interpretación debe llevarnos a poner en práctica lo discernido.
Esta segunda convicción aspira a integrar la interpretación con la aplicación. Los estudios bíblicos que no conducen a un discipulado más creativo y fidedigno no tienen razón de ser. Existen algunas similitudes entre estas convicciones y el acercamiento que usan los teólogos de la Liberación latinoamericanos11 cuando afirman que la meta de interpretación bíblica no es entender la Biblia sino más bien vivir más fielmente. Estos teólogos pregonan la noción de un proceso dinámico entre acción y reflexión en el cuál la aplicación retroalimenta una re-lectura más profunda del texto, logrando que el texto estimule una reflexión renovada. Los primeros anabautistas estaban convencidos que los eruditos bíblicos no avanzarían en su entendimiento de la Biblia a menos que ellos mismos pusieran en práctica lo que ellos enseñaban sobre la Biblia. Las consecuencias prácticas de sus interpretaciones les permitirían verificar si habían entendido bien el texto.
Los anabautistas contemporáneos son más conscientes de la influencia que ejercen el trasfondo y preconceptos que trae el intérprete. Aunque los primeros anabautistas argumentaban que el ser parte de los perseguidos y marginados los ayudaba a entender mejor el NT porque el mismo fue dirigido a personas en similares circunstancias. Nos acercamos al texto bíblico con lo que somos. No podemos deshacernos de este bagaje, aunque si podemos ser conscientes de lo que traemos para mitigar el impacto de nuestras presuposiciones.
LA COMUNIDAD DE FE
Resistiremos también aquellos acercamientos hermenéuticos que menoscaban el rol de la comunidad de fe en la interpretación de las escrituras. Mientras que los primeros anabautistas animaban a todo creyente a leer en forma personal las escrituras, también creían que la interpretación de la Biblia no era de interpretación privada. Los que se reunían como comunidad de fe guiados por el Espíritu Santo al leer las escrituras esperaban llegar a un mismo entendimiento y aplicación del texto. Las interpretaciones privadas que no estaban abiertas al discernimiento comunitario, no eran consideradas legítimas y se las veía como peligrosas.
No sólo fue el discipulado lo que diferenció a los anabautistas de otros grupos contemporáneos. También se esperaba un compromiso participativo por parte de la comunidad a la hora de compartir sus opiniones. Esta era una de las críticas más fuertes a las iglesias protestantes estatales.12 ¿Por qué dejar la responsabilidad de la interpretación de la Palabra exclusivamente en manos del predicador? Como bien había enseñado Pablo en 1 Corintios 14 existen diversos dones en la iglesia, todas las voces pueden contribuir a un mejor entendimiento.
Lamentablemente hasta el día de hoy se desmerece y se confía de más en los expertos, en los predicadores o en individuos iluminados. Tanto predicadores, como eruditos pueden hacer su contribución en la interpretación de las escrituras, pero es el contexto de la comunidad de fe en donde se evalúa el peso y aplicación final de
las escrituras.
Algunos anabautistas están animando a sus congregaciones a practicar una predicación compartida, en lugar de un monólogo. No es fácil pero poco a poco las iglesias van aprendiendo a compartir y escuchar diferentes voces. Los fundadores de la Red Anabautista Alan y Eleanor Kreider son conocidos por predicar sermones dialogados en lugar de monólogos. Yo mismo he usado este estilo en mi congregación invitando a la iglesia a interactuar con lo que estoy diciendo en lugar de estar escuchando pasivamente. Otro miembro de la Red, Graham Old, diseño un sitio web llamado "predicación interactiva" en el cual se anima a la audiencia a compartir ideas y recursos.
En una de mis visitas a Pensilvania descubrí un grupo de iglesias menonitas que usan una práctica llamada “habitando la Palabra”. Parecido a la “lectio divina", una práctica monástica bastante popular entre laicos en la cual se invita a la gente a responder a la Escritura. Pero lo distintivo de habitar en la palabra es que se anima a la gente a reflexionar juntos sobre el pasaje a predicar, se le pide que se escuchen atentamente unos a otros y que luego intercambien que es lo que cada uno escucho decir al otro. Me gusta esta práctica porque es más comunitaria que la lectio divina en la cual la respuesta es más individual.
Las respuestas a estas formas interactivas de predicación son mixtas. Muchos predicadores reconocen las limitaciones del sermón monólogo y les entusiasma el sermón abierto/compartido, pero no están muy seguros como reaccionarán las congregaciones. Al comienzo las experiencias pueden ser desalentadoras, pero a medida que se practique, seguramente las congregaciones irán aprendiendo estas nuevas formas y podrán adaptarse. Muchos se dan por vencidos demasiado rápido.
La tentación a volver al sermón monólogo siempre estará presente. Pero dado que hay muchas congregaciones que no están satisfechas con el modelo individualista de predicación y discipulado puede ser que muchos se animen a experimentar con las formas compartidas.
INTERPRETACIÓN JESUS-CENTRICA
Así como muchos se sienten atraídos por el anabautismo por su énfasis en el discipulado y la comunidad. Muchos otros se sienten atraídos por la centralidad que
ocupa la vida y enseñanza de Jesús. Ya hemos explorado el tema del cristo-centrismo en el anabautismo. Los primeros anabautistas se sentían ofendidos por la forma en que Jesús había sido marginado en el sistema de interpretación bíblica. Lo que Jesús había dicho y hecho quedaba relegado por otros enfoques de las Escrituras. Creían que esto deshonraba a Jesús y estaban determinados a cambiar la situación.
Tanto para los anabautistas como para el autor anónimo de la carta a los Hebreos, Jesús es central a la revelación de Dios. "Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo" (Heb. 1:1-2). Para los anabautistas, pero no necesariamente para el resto de los cristianos de otras tradiciones, esto significaba claramente que lo que Dios había revelado por medio de la Biblia a otras generaciones debía ser interpretado a la luz del prisma de la revelación de Dios por medio de Jesucristo. El Antiguo Testamento apunta hacia adelante hasta él, el Nuevo Testamento apunta hacia atrás hasta él.
Contrariamente a las preferencias de Lutero por los escritos doctrinales, los anabautistas se enfocaban en los relatos evangélicos como fuente primaria autoritativa. Eran los relatos evangélicos con sus encuentros provocativos y enigmáticos culminando en la muerte y resurrección de Jesucristo los que eran más amenazantes a al sistema imperantea político/religioso. Estos era los textos que los anabautistas usaban como centro interpretativo de las escrituras (nota del traductor, es lo que ha veces se ha dado en llamar "el canon dentro del canon").
Este enfoque tiene sus críticos. El dar prioridad a cualquier parte de la escritura arriesga el restarle importancia al resto. La vida de Jesús solo tiene sentido a la luz de la historia, teología, profecía e imaginería del Antiguo Testamento. Otras partes del Nuevo Testamento no solo fueron escritas antes de los evangelios sino que además añaden en forma significativa a nuestra comprensión de Jesús.
Aquellos que se han ocupado en la “búsqueda del Jesús histórico", menosprecian cualquier sugerencia de que podamos confiar en estos recuentos como un registro fidedigno de lo que en realidad Jesús dijo e hizo. Pero los anabautistas hoy en día permanecen convencidos que si Jesús en realidad es "El punto central de la revelación de Dios", estos recuentos de su vida, enseñanza, muerte y resurección, deben ser centrales en nuestra comprensión de la revelación total de Dios en la escritura. Nuestra experiencia es que el enfoque de la escritura centrado en Jesús resulta en formas diferentes de interpretar la Biblia en asuntos tales como la no-violencia, búsqueda de la verdad, economía, poder, relaciones de género, misión y la naturaleza de la iglesia.
POSTDATA
Durante varios años enseñé un curso llamado “Jesús en el centro”. El propósito del curso era mostrar como Jesús había sido marginado de la cristiandad, usaba el texto de Hebreos como base para el curso. ¿Qué diferencia haría volver a restaurar a Jesús en el centro de la escena? Este curso tuvo un impacto mayor a otros cursos similares que había enseñado. Muchos estudiantes que tomaron el curso me dijeron más adelante que este curso les aclaró totalmente el panorama sobre el tema. A algunos les modificó la vida y sus prioridades. Para otros sirvió para solidificar su fe y una visión renovada del evangelio.
Muchos no esperaban encontrar demasiado en este curso, después de todo ningún cristiano se atrevería a cuestionar la centralidad de Jesús. No obstante muchos se dieron cuenta de la distorsionada influencia que ejerció el cambio constantiniano en este aspecto de la fe. Muchos decidieron volver a releer los evangelios con una mirada fresca que incluía aceptar las consecuencias del seguimiento y la adoración a Jesús.
La critica punzante del anabautismo a la cristiandad y su determinación en centrarse en Jesús pudo haber sido el catalizador (y de hecho muchos comenzaron a identificarse como anabautistas) pero en el fondo lo que hicieron fue lo que hicieron muchos cristianos antes que ellos, volver a las fuentes y re-descubrir la radicalidad de Jesús. No hay tradición cristiana que monopolice el tema. Sin embargo, a pesar de todas sus debilidades, el anabautismo parece tener una capacidad inusual en motivar a cristianos de otras tradiciones (y algunos que todavía no lo son) a tener un encuentro renovado con Jesús.
Murray, Stuart. Anabautismo al Desnudo (Spanish Edition). Herald Press. Edición de Kindle.

